Las encantadoras playas de La Boquilla, corregimiento pesquero de raíces afrocaribeñas, ubicado al norte de Cartagena –a 15 minutos en carro desde el centro de la ciudad-, cada vez están más en tendencia y visitadas, en especial por suizos, israelíes, alemanes y argentinos, entre otros extranjeros.
Fotos Aroldo Mestre A.
Fuertes brisas y un atractivo mar con oleaje perfecto para practicar deportes; intensos rayos de sol para un bronceado envidiable; playas limpias y amplias para caminar o descansar; una extensa zona para rumbear día y noche; el nulo acoso de los vendedores; la exquisita gastronomía típica; la tranquilidad en la mayoría de los sectores; las melodías de las canciones que reproducen inmensas cajas musicales, los quioscos de techo de palma, masajistas, frutas frescas y ante todo, la organización de los prestadores de servicios, han hecho de La Boquilla un destino apetecido, en especial por los visitantes nacionales y extranjeros.
En busca de mucha tranquilidad para vacacionar y del
sitio ideal para practicar deportes acuáticos por las condiciones del viento, playas amplias y con menos riesgos, la familia argentina conformada por Thiago Olivera, su esposa Ashley y sus hijas Belén y Zoe, optó de nuevo por hospedarse en uno de los hoteles ubicados y conocidos como Playa Morros, después del sector Blas El Teso, a menos de 10 minutos del Centro Histórico y a tres minutos del Aeropuerto Rafael Núñez.
“Una excelente opción turística y una verdadera experiencia gastronómica” así se refieren los Olivera, a este sector de la ciudad, que atrae además, al turismo local, en especial, en épocas de Semana Santa y los sábados, domingos y lunes festivos.
“Parra nosotros es importante la tranquilidad y en este lugar, alejado del ruido citadino y de las concurridas o atiborradas playas, La Boquilla es la mejor elección, en especial este sector”, destacó Thiago.
Los argentinos llegaron a Cartagena el 30 de diciembre de 2022, época de intensas brisas que aprovecharon hasta el último día de su estadía porque son amantes de los deportes acuáticos, y La Boquilla ofrece todas las condiciones para practicarlos con libertad.
Durante ocho días seguidos, los mismos que permanecieron en la ciudad, Thiago, amante de la adrenalina,
se deslizó por el inmenso mar Caribe, como todo un deportista profesional, con la ayuda de una cometa de tracción que alquiló en una de las ocho escuelas que ofrecen este servicio para principiantes o expertos. Mientras, su esposa y sus hija Zoe disfrutaban de las magnificas sensaciones que produce pasear en cuatrimoto por los 3 kilómetros de playa o navegar a bordo de una tabla de paddle de forma relajada y equilibrada, con el privilegio de extasiarse con lo hermosos paisajes del Centro Histórico, Bocagrande y demás sectores de La Boquilla como 14 de Septiembre o Holiday Inn.
Belén, la más osada de las hermanas,
prefirió contemplar los paisajes desde el aire, aprovechando el vuelo lento de un paramotor. ¡Quedó fascinada!.
De La Boquilla resaltaron además, el orden de las carpas, sillas, asoleadoras y sus llamativos colores que contrastan con la naturaleza. Resaltaron la presencia de la Policía de Turismo y que los vendedores y operadores turísticos estén carnetizados, evitando o minimizando los abusos. Otro punto a favor, expresan los argentinos, es la hospitalidad de los boquilleros “anfitriones afables que ofrecen muy buena atención).
A la hora del almuerzo, lo más rico para ellos fue degustar cada día un pescado diferente -pargo, sierra, mojarra o jurel- eso sí, siempre con patacón, arroz de coco y ricas sopas y un toque de jugo de limón. Agua de coco fría, cocadas de coco, caballitos, alegrías, cócteles, un refrescante raspa´o de tamarindo, un mango verde con sal y pimienta, y hasta los enyucados conquistaron el paladar de los Olivera. Las bandejas de almuerzos en La Boquilla varían, entre 20 y 70 mil pesos.
Turismo comunitario
Los Olivera no desaprovecharon la oportunidad de adentrarse en canoa a los túneles naturales que se forman en el bosque de manglar del corazón de
la Ciénaga de La Virgen a un extremo de La Boquilla. Estos recorridos ecoturísticos cada día cobran mayor importancia por la inmensa biodiversidad y distintas formas de vida del ambiente natural de este importante cuerpo de agua costera conectada a la bahía de Cartagena a través de caños y lagos interiores.
Definitivamente, La Boquilla es uno de los sitios que después de la pandemia originada por el Covid-19 resurgió con más organización para el disfrute de propios y visitantes.
Nota: dos rutas de buses ingresan a La Boquilla y el valor de cada pasaje no supera los $3.000 pesos.
(Descubra el Radisson Cartagena Ocean Pavillion, el Hotel Boutique Anandá by Cosmos y el Hotel InterContinental Cartagena).
By: Mile.