Llegó noviembre cargado de color, alegría y el jolgorio que solo las
Fiestas de Independencia son capaces de suscitar en miles de personas que conmemoran estas fechas por medio de las diversas manifestaciones culturales y sus elementos propios, representativos frente al mundo entero. Todos se contagian del festín que se vive por estos días.
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Cartagena fue la primera ciudad de Colombia -y la segunda en América- en declarar la Independencia absoluta de la corona española, razón más que suficiente para rememorar esta fecha de la mejor manera: mostrando la esencia verdadera del cartagenero, sus raíces y todo un patrimonio que sigue vigente, que ha perdurado en el tiempo y busca ser visibilizado.
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Durante este mes resulta clave, una vez más, resaltar que los grupos culturales juegan un papel importante, teniendo en cuenta que son fundamentales para la conservación de los valores y las tradiciones históricas que permiten forjar el sentido de pertenencia que se necesita para seguir construyendo una sociedad que se reconoce y que, además, valora su identidad.
Se llevan a cabo fiestas populares y desfiles muy pintorescos de carrozas en los que la gente disfruta de música y comparsas de bailes distintivos, inspirados en ritmos africanos y del Caribe. De ahí que, entre maicena, agua y
buscapié, no se encuentra precisamente la esencia viva de las Fiestas de Independencia, ni siquiera una pequeña parte de aquello que de alguna manera logra conjugar matices y colores propios de dichos evento tradicional y cultural que ha trascendido.
Es un espacio capaz de albergar saberes tradicionales que se evidencian a través de los diversos sectores existentes, entre ellos el gastronómico, el musical, el del folclor, entre otros. Estos han cautivado a un número significativo de extranjeros que, una vez llegan a la capital bolivarense, deciden vivir y gozar toda la agenda de programación que enmarcan las fiestas novembrinas.
Detrás de cada una de estas manifestaciones yace un inmenso valor que procura dar cuenta del esfuerzo que traen consigo sus diferentes formas de expresión; en este sentido, cada año los cartageneros pueden evidenciar innumerables prácticas y costumbres que sirven, así mismo, como estrategias para llegar a la comunidad y transformar cualquier concepción que no contribuya a la integración y unión.
Los personajes que participan en los distintos eventos alusivos a las Fiestas de Independencia son esenciales, pasan a ser figuras emblemáticas que conjugan todas las características permanentes e invariables que determinan a un ser, en este caso al cartagenero.
Son íconos de alegría, color, música, historia y tradición; ejemplo de ello son
los lanceros, símbolos de estas fiestas, que buscan a como dé lugar hacer prevalecer las costumbres y, gracias a su valiosa gestión, han logrado llevar este portentoso legado de patrimonio cultural.
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Por esto, las
Fiestas de Noviembre deben concebirse como espacios que enlazan y armonizan la inmensa diversidad e historia que tiene Cartagena, con la única intención de seguir forjando en los ciudadanos una acertada percepción sobre cada una de las expresiones culturales que, de una u otra manera, contribuyeron en su declaración como Patrimonio Histórico y Cultural de la Humanidad.