Un paseo en bote por la Bahía de Cartagena

Han pasado casi dos meses desde que estuve por primera vez en Cartagena. Cuando arribé tenía en mente un sinfín de planes que sabía tenía que poner en marcha. No podía dejar pasar por alto las tantas alternativas que ofrece la ciudad para disfrutar y gozar desmedidamente de una aventura por el Caribe colombiano. Confieso que armé el itinerario y dejé para el final las atracciones que comúnmente se suelen visitar, entre las que se destacan viajes a islas, paseo por las murallas o visita a las playas. Yo, por ejemplo, decidí deleitarme -en primera instancia- por los maravillosos atardeceres y las vistas de la bahía llena de veleros y yates de diferentes partes del mundo.

También puede leer: Cartagena de Indias: una potencia en turismo náuticoEn mi primer día, no lo dudé y me dirigí a los muelles de Manga; poco o nada había escuchado acerca de este lugar, quizás porque siempre se preponderan otros lugares que tienen consigo un significado muy importante en la historia de Cartagena. Sin embargo, una vez llegas te das cuenta de que este sector de la bahía también fue protagonista en el pasado, pues su infraestructura y los fuertes que allí yacen dan cuenta de ello. Ataques de piratas y corsarios son apenas unas de las tantas razones por las que escribió su nombre dentro de las más grandes hazañas que se gestaron en la ciudad.

Lista para atestiguar un hermoso atardecer desde la Bahía de Cartagena, con el cielo pintado de colores cálidos y sublimes, ajusté mi cámara y me preparé para disfrutar de la armonía y la tranquilidad que transmiten este tipo de parajes que involucran contrastes entre el agua y un cielo adornado con diversas tonalidades.Más allá de lo que a simple vista se veía, y que era preciso disfrutar, mientras estaba sentada observando con minuciosidad absolutamente todo lo que a mi alrededor se encontraba, me llamó la atención la cantidad de veleros que habían anclados en la bahía. Manga, de por sí, es un histórico barrio que conserva aún casas de arquitectura republicana y una bonita vista al mar, y que -además- recibe una suma importante de yates y botes de distintas partes del mundo. Esto, sin duda alguna, se convierte en un atractivo para muchas personas que encuentran en este lugar, el sitio apropiado para desprenderse de la rutina y contemplar la magia de la simplicidad.

Mientras admiraba la belleza del atardecer, un guía turístico se acercó a mí para preguntarme si tenía la intención de emprender una travesía en uno de los veleros que estaba a punto de zarpar; recuerdo que no lo dudé y asentí -casi que de inmediato- a su propuesta. Navegar alrededor de las modernas edificaciones de la península de Bocagrande y de fuertes que datan del siglo XV, mientras se alcanza a divisar la infinidad del mar, fue una de las mejores experiencias que viví. De hecho, te abre las posibilidades de conocer nuevas personas procedentes de diferentes países, como me ocurrió a mí. Conocí a Lucero y a Matías, una pareja de uruguayos que llegaron a la ciudad con el propósito de disfrutar de su luna de miel. Ambos me contaban que cuando arribaron, escucharon varias versiones sobre estas embarcaciones que acogen celebraciones y eventos especiales, lo que llamó por completo su atención, teniendo en cuenta que les permitía -al mismo tiempo- sacar las mejores postales sobre este inolvidable acontecimiento que estaban viviendo, las cuales serían compartidas una vez regresaran a su país natal. La travesía tenía una duración de dos horas; yo no dejaba de sorprenderme por lo que a mi alrededor veía, sobre todo cuando alcancé a avizorar desde lejos el portentoso Centro Histórico, que alberga las más importantes fortificaciones, murallas y plazas. Durante ese momento los flashes adornaban la noche, fotografías iban y venían, evidentemente el sector amurallado reúne todas las características que logran cautivar a turistas que se enamoran de sus colores, monumentos y de los personajes que allí se encuentran.

Quise seguir indagando e investigando sobre estos veleros, a tal punto que -cuando desembarqué- me dirigí hacia donde se encontraba el capitán y le hice una serie de preguntas. Él, entre otras cosas, me contó sobre algo que me causó mucha curiosidad: ‘Sail Cartagena’, un festival de veleros que hace parte de la regata ‘Velas Latinoamérica’. En él se cuenta con la asistencia de veleros de diversos países, los cuales durante varios días están atracados en el Muelle de La Bodeguita y la Sociedad Portuaria, ubicada precisamente en el barrio Manga; comentó que la entrada es gratis para oriundos y extranjeros, quienes tienen la oportunidad de conocer su interior, las tecnologías e incluso conversar con los marineros a bordo que, en su mayoría, hacen parte de veleros militares. Cabe destacar que, el propósito de este tipo de eventos es promocionar a la ciudad como un destino turístico y náutico, no solo a nivel nacional, sino también internacional.También le puede interesar: 5 planes gratis en la bahía de Manga

Mi día no pudo ser más fascinante, teniendo en cuenta que tuve la oportunidad de disfrutar desde afuera y desde adentro la magia de los veleros, que siempre es mucho más especial si se hace con la brisa, el mar y los colores del ocaso cartagenero en el horizonte, inspiración de grandes poetas, músicos y románticos.