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Ruta Macondo: la vida de Gabo en Cartagena

Cartagena de Indias ha sido lugar de inspiración para muchos escritores colombianos como Manuel Zapata Olivella, Raúl Gómez Jattin y el apasionado Nobel de Literatura Gabriel José de la Santísima Trinidad de la Concordia García Márquez o como su nombre de pila, Gabo. Este último no solo marcó un hito en la historia de Colombia sino que además a nivel internacional. Diez años después de su fallecimiento sigue siendo uno de los máximos referentes sobre el buen periodismo y oficio de escritor en la ciudad colonial.

La Heroica fue una musa en la cual el nobel encontró inspiración para escribir dos de sus obras más relevantes: "El Amor en los Tiempos del Cólera y Del Amor y otros Demonios", esto sin mencionar los muchos otros textos que hacen referencia a esta joya colonial. (Te puede interesar: Cartagena sí es un hermoso tesoro con 491 años de historia).

García Márquez tuvo una conexión especial con el barrio Getsemaní, el más antiguo, vibrante y colorido de Cartagena. En este apartado te contamos sobre la Ruta Macondo, la vida de Gabo en Cartagena, circuito Getsemaní.
“Habíamos llegado a la gran puerta del Reloj. Durante cien años hubo allí un puente levadizo que comunicaba la ciudad antigua con el arrabal de Getsemaní, y con las densas barriadas de pobres manglares, pero lo alzaban desde las nueve de la noche hasta el amanecer. La población quedaba aislada no sólo del resto del mundo sino también de la historia”.

Gabriel García Márquez, Vivir para contarla (2002)
La Torre de Reloj 

Considerado uno de los monumentos más emblemáticos de la ciudad. En siglo XVIII, cuando concluyó la construcción de las murallas del Centro de Cartagena de Indias, la Boca del Puente -donde hoy está la Torre del Reloj- se convirtió en la puerta principal de la ciudad, con un puente levadizo de madera que se cerraba todas las noches para evitar el ingreso de los habitantes de los arrabales de Getsemaní. Esta historia es relatada por García Márquez en sus memorias Vivir para contarla y evocada en la novela Del amor y otros demonios.

Plazoleta de Cervantes

En esta plazoleta se encuentra una escultura de Miguel de Cervantes Saavedra, autor de Don Quijote de la Mancha. La figura fue elaborada por el artista colombiano Héctor Lombana e inaugurada en 2007 en el marco del IV Congreso Internacional de la Lengua Española, que rindió homenaje a Gabriel García Márquez. Con frecuencia, Gabo ha sido llamado el ‘Cervantes latinoamericano’. La comparación no es excesiva. En marzo de 2023, el Instituto Cervantes concluyó que García Márquez era el escritor más traducido de la lengua castellana, sobrepasando incluso al propio autor español, que hasta entonces ocupaba el primer lugar en este podio. Conozca: ¿Cuánto es el valor de las atracciones turísticas de Cartagena?

El Camellón de los Mártires 

Se construyó en 1886 para honrar a los mártires de la Independencia de Cartagena de Indias. Entre 1948 y 1949, García Márquez frecuentó este lugar, a menudo acompañado de Héctor Rojas Herazo, quien luego se convertiría en un reconocido escritor, y de Clemente Manuel Zabala, entonces jefe de redacción de El Universal, periódico local de Cartagena donde Gabo tuvo su primer trabajo como periodista. En estas visitas, discutían sobre la situación política y social del país, marcada por el asesinato del caudillo liberal Jorge Eliécer Gaitán y la violencia bipartidista. En Vivir para contarla, Gabo se refiere a ese sitio:
“Héctor me dio esa madrugada las primeras luces sobre la historia subterránea de Cartagena, tapada con paños de lágrimas, que quizás se parecía más a la verdad que la ficción complaciente de los académicos. Me ilustró sobre la vida de los diez mártires cuyos bustos de mármol estaban a ambos lados del camellón en memoria de su heroísmo”.

Gabriel García Márquez, Vivir para contarla. (2002)
Bar La Deliciosa (Monumento a Los Pegasos)

Donde hoy se ubica el Muelle de Los Pegasos, uno de los monumentos más representativos y populares de la ciudad, antes solía estar el bar La Deliciosa, popular en Cartagena de Indias a mediados del siglo XX. El 23 de junio de 1948, Gabriel García Márquez dedicó su columna Punto y aparte, de El Universal, a la memoria de un abogado y político liberal, asesinado en ese sitio. En dicho texto reflexionó sobre la violencia que se vivía en Colombia. Desde La Deliciosa, Gabo observaba amaneceres nostálgicos iluminando las embarcaciones en el muelle de la ciudad.

Teatros Cartagena, Colón, Calamarí y Bucanero

Además del periodismo y la literatura, Gabo era un apasionado por el cine. En su columna Punto y aparte, de El Universal, escribió su primer artículo relacionado con el séptimo arte. En aquel texto, publicado el 4 de junio de 1948, podía entreverse su interés por el impacto que tenía en el público las historias proyectadas en la pantalla grande. Gabo, además, exploró el cine a lo largo de su carrera, escribió críticas para El Espectador y tomó un curso de dirección de cine en Roma, en 1955. En Ciudad de México, comenzó a escribir guiones y, en 1985, creó la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano, en Cuba. Gabo es el segundo escritor en español con más historias adaptadas al cine.

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La Cueva

Restaurante y bar al que llegó Gabo durante su primera noche en Cartagena y al que acudió posteriormente con mucha frecuencia. El regente del lugar impresionó a García Márquez y fue inspiración para crear el personaje Catarino de Cien años de soledad. En La Cueva, Gabo sostuvo largas conversaciones con distintos amigos y conoció historias sorprendentes, como la de Emilio Razzore, dueño de un circo familiar que navegaba el mar Caribe a bordo del barco Euskera, y que naufragó trágicamente, dejando al empresario circense devastado en la ciudad. García Márquez menciona este episodio en una columna de El Universal publicada en septiembre de 1948.

Centro de Convenciones de Cartagena de Indias

En este sitio quedaba antes el mercado público de la ciudad, lugar popular y variopinto frecuentado por García Márquéz cuando llegó por primera vez a Cartagena de Indias. El actual Centro de Convenciones fue construido a finales de los años setenta. Gabo fue homenajeado en el año 2007 en el IV Congreso Internacional de la Lengua Española. Durante el evento se lanzó una edición conmemorativa de Cien años de soledad por los 40 años de su primera publicación. Gabo recibió el primer ejemplar de un tiraje inicial de 500.000 libros. Por otro lado, obras como ‘Galerna’, de Alejandro Obregón, y el mural ‘Aquelarre’, de Enrique Grau, amigos de Gabo, pueden apreciarse aún en este sitio.

Calle del Arsenal

Bordeando a la Bahía de las Ánimas, esta calle era parte del mercado público de Getsemaní. García Marquéz frecuentaba los restaurantes, bares y tiendas que se encontraban en este sector, donde se reunía con amigos y desconocidos. Las conversaciones e historias que Gabo conoció inspiraron escenas de sus novelas Del amor y otros demonios y El amor en los tiempos del cólera.

Bahía de Las Ánimas

Junto al mercado público de Getsemaní, fue un sitio donde Gabo vivió numerosas experiencias que inspiraron escenas de sus libros. En su artículo Un domingo de delirio, publicado el 9 de marzo de 1981, en el periódico El País (España), describió este lugar como nostálgico y vibrante, donde se reunían marineros, vendedores y borrachos. Además, en El otoño del patriarca es la fuente de inspiración para el remanso nocturno en donde Demetrio Aldous se pelea a puñetazos con los marineros. Por otro lado, en El amor en los tiempos del cólera, las aguas nauseabundas de la Bahía de Las Ánimas incitan al doctor Juvenal Urbino a construir el primer alcantarillado de la ciudad. Al embarcadero de la bahía, llega la goleta que trae a Fermina Daza del largo viaje impuesto por su padre para separarla de Florentino Ariza.

Plaza de la Trinidad

Es la plaza principal de Getsemaní. A los veintiún años, Gabo solía pasear por las fiestas nocturnas getsemanicenses, como relata en Vivir para contarla, donde además se refiere al ambiente festivo y multicultural que experimentó tras llegar por primera vez a Cartagena de Indias, en 1948.
“Bastaba con asomarse por las ventanas para escoger la fiesta que nos gustara más, y por cincuenta centavos se bailaba hasta el amanecer con la música más caliente del Caribe aumentada por el estruendo de los altavoces”.

Gabriel García Márquez

Vivir para contarla (2002).
Casa de Jorge Artel

Vivienda donde nació y vivió este poeta, novelista e investigador cartagenero. García Márquez elogió su obra poética en una columna en El Universal en 1948, a la que tituló Un Jorge Artel Continental. En dicho escrito, destacó cómo Artel llevaba consigo la esencia de la región, el vivir de los caribeños y cómo transmitía la vitalidad del mar a través de su poesía. Jorge Artel es considerado uno de los precursores de la poesía negra en Colombia.

Salón de baile La Estrella Roja

El salón La Estrella Roja fue popular en Cartagena de Indias, entre los años 30 y 50, por su música tropical y variada, destacando la cumbia y el porro como géneros principales. Se le relaciona con Gabo por tres motivos. El primero de ellos, tiene que ver con Lucho Bermúdez, considerado uno de los más importantes intérpretes y compositores de música popular colombiana del siglo xx, quien tocó en este lugar y quien también coincidió con García Márquez en Aracataca.

Calle del Espíritu Santo (Casa de Manuel Zapata Olivella)

En la Calle del Espíritu Santo, también conocida como la Calle de la Mala Crianza, vivió la familia Zapata Olivella. En esta calle García Márquez se encontró con el novelista, médico y académico Manuel Zapata Olivella, con quien entabló una entrañable amistad. Fue Manuel Zapata Olivella quien lo alentó a unirse al equipo de redacción del recién fundado diario El Universal, influyendo en su vocación periodística

Antigua sede del periódico El Espectador

El Espectador es uno de los periódicos más antiguos y reconocidos de Colombia. Funcionó una sede en la calle del Espíritu Santo, entre 1989 y 1997. Este medio hizo parte de la vida de Gabriel García Márquez en tres etapas: la primera desde 1947, cuando le publicaron sus primeros cuentos; la segunda desde 1954, cuando fue contratado como periodista; y a partir de la década de los ochenta, cuando comenzó a publicar una columna semanal, aun después de recibir el Premio Nobel de Literatura en 1982.

Bar Verde

La historia de este bar getsemanicense se hizo popular porque en una de sus puertas la artista cartagenera Cecilia Porras pintó un payaso que luego se extravió. Sucedió en una noche de 1951, mientras compartía en el sitio con Gabriel García Márquez. La artista se levantó de la silla y, con una brocha gorda y unos barnices de colores de unos albañiles que trabajaban en el lugar, plasmó la figura del payaso. Gabo narró este suceso en detalle, en una columna publicada el 4 de mayo de 1982 en los periódicos El Espectador y El País, de España, en la que también describió cómo, tiempo después, al regresar al sitio, la puerta ya no estaba. Dicho artículo también se convirtió en el texto de ingreso al Museo de Arte Moderno de Cartagena y en la nota de presentación de la exposición del artista colombiano Enrique Grau en esta institución.

Calle de la Media Luna

Es una de las calles más conocidas de Getsemaní y García Márquez la menciona en varias de sus novelas. En Del amor y otros demonios, los personajes el marqués de Casalduero, Neptuno (su cochero) y el licenciado Abrenuncio de Sa Pereira Cao transitan por esa calle. Asimismo, en El general en su laberinto, es uno de los escenarios por donde camina Simón Bolívar, ahí se encuentra con una multitud perturbada por un perro con rabia. Este perro muerde a una ‘blanca de Castilla’, que se convierte luego en inspiración para crear el personaje Sierva María de Todos los Ángeles, y este suceso está presente en la trama de la novela Del amor y otros demonios.

Parque del Centenario

Es un punto de encuentro por excelencia de los cartageneros. Fue construido para conmemorar el centenario de la independencia de la ciudad. El 8 de junio de 1948, en su columna Punto y aparte de El Universal, el joven García Márquez describió algunas escenas cotidianas del sitio, como la existencia de un organillero y de un mono, cuya presencia le daba algo de selva al lugar.
“El mono del organillero, pintoresco y comercializado, no deja de ser un espectáculo vulgar. Vestido con su indumentaria de retazos chillones, se sienta sobre la caja sonora a escuchar esa música barata que se muele con igual simplicidad en todas las esquinas de la tierra. Es tan inútil como el otro, el fanfarrón y pinturero que pone en venta su amaestrada mediocridad bajo el cielo de los circos”.

Gabriel García Márquez.

Punto y aparte, El Universal. 8 de junio de 1948.
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