Día 1
Desde las siete de la mañana me despierto para poder hacer rendir el día al máximo. Mi primera parada será en Galerazamba, municipio ubicado a 45 minutos de Cartagena, por la Vía del Mar, que
cuenta con uno de los atractivos ecoturísticos más importantes de la región, el Volcán del Totumo, donde el turista puede sumergir su cuerpo en el lodo tibio y aprovechar los beneficios medicinales y estéticos.
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Mi espíritu de aventurero me hace contratar un servicio de transporte especial para llegar a Galerazamba. Paso por la Zona Norte de la ciudad y de inmediato aprecio el desarrollo urbanístico reflejado en reconocidos hoteles y modernas torres de edificios; luego la hilera de casas del corregimiento de La Boquilla, el lugar ideal para la práctica de deportes náuticos y posteriormente, van apareciendo avisos que indican la entrada a Manzanillo del Mar y luego a Punta Canoa.
45 minutos después, a mano izquierda de la vía aparece el letrero que indica que he llegado al
volcán y al girar aparece imponente por su elevación de 15 metros de altura.
De inmediato me despojo de la camiseta y solo con la bermuda puesta subo la escalera de madera rústica, que está a mi derecha, hasta llegar al cráter, me sumerjo y floto en el lodo durante diez minutos, sintiéndome como en el mejor spa natural del mundo. Al bajar por otra escalera, a la izquierda, con miedo a resbalarme, paso directo a la Ciénaga del Totumo para remover el barro que me cubre de pies a cabeza con la ayuda de un nativo, quien me ofrece un tour por los mangles de este cuerpo de agua. Acepto y me llena de emoción conocer la flora y fauna del lugar mientras las aves revolotean al paso de la canoa de madera.
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Se acerca el medio día y con el sol incandescente me dirijo hacia Punta Icaco, una de las playas de Manzanillo del Mar, a deleitar uno de los platos representativos de la gastronomía caribeña, pescado frito y arroz de coco titoté, acompañado de un plato de sopas de pescado con leche de coco, ¡deliciosas!. Las manecillas del reloj señalan las dos de la tarde y pensando en un espacio contemporáneo, elegante y exclusivo para relajarme, decido hospedarme en un Hotel, en el Anillo Vial, entre Manzanillo del Mar y Punta Canoa.
Es ideal para entregarse a nuevas sensaciones, experiencias de diversión y placer con una ¡estadía de lujo!. Una de las mejores experiencias a mi paso por Cartagena de Indias porque todas las áreas comunes las disfruto en medio de una tranquilidad absoluta que solo brindan los lugares rodeados de la naturaleza.
Mi estadía la aprovecho en cada espacio de estas magníficas instalaciones, ya que sus reconfortables habitaciones me hacen descansar más del tiempo planeado. Definitivamente, una estadía de lujo es lo que brinda cada espacio de este ex
clusivo hotel a todos sus huéspedes.
Día 2
Después de una noche de reyes en una de las habitaciones de este gran Hotel, emprendo mi segunda jornada de turismo ecológico. Esta vez el recorrido es por la Troncal del Caribe, arteria principal que une al Corralito de Piedra con otros municipios del norte del departamento de Bolívar.
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Parto del hotel apenas el sol empieza a asomarse, pues de Cartagena hacia mi próximo destino, San Juan Nepomuceno, son dos horas y media en carro. Cruzo por Turbaco, Arjona, Gambote y me detengo en la Cruz del Vizo para tomar de refrigerio un exquisito jugo de corozo, fruta cítrica de cosecha, con hielo triturado. Luego de 30 minutos llego al “San Juan de mis amores”, la tierra del Santuario de Flora y Fauna Los Colorados, su principal atractivo turístico, con una extensión de 1.000 hectáreas que recorro mientras espero encontrar los famosos monos aulladores colorados o apreciar algunas de las más de 280 especies de aves. Este pueblo rodeado de montañas tiene uno de los más grandes relictos de bosque seco de la región y es un espectáculo visual para los amantes del senderismo y la fotografía.
Tres horas después llego al Jardín Botánico Guillermo Piñeres, propuesta ecológica y paisajística. Con una colección viva de más de 300 especies de plantas originarias del Caribe colombiano y, sumado a esto, uno de los pocos bosques nativos vírgenes de la zona, su espectacular sendero de dos kilómetros y el manantial de agua que brota por el bosque, es una parada obligatoria para los amantes de la naturaleza. Entro al jardín y mientras el guía explica la historia de este gigantesco bosque, escucho los cantos de monos cotudos aulladores, observo el andar de las ardillas de un árbol a otro, iguanas gigantes escapando de los turistas e incluso varios ñeques saltando entre las plantas. Mi vista se cautiva con el Caracolí, un árbol colosal de aproximadamente 150 años. Por supuesto, poso ante el lente de la cámara para guardar este hermoso recuerdo.
A la salida del Jardín Botánico Guillermo Piñeres, el hambre se apodera de mí y por suerte me acerco a un restaurante campestre donde deleito el mejor chicharrón con yuca y un toque de suero costeño, una exquisitez obligada si se visita Turbaco.
Al regresar a la ciudad opto por alojarme en un hotel boutique del Centro Histórico, puesto que mi última travesía empieza a primera hora de mañana en el Muelle de La Bodeguita. Gorra, gafas, bloqueador, traje de baño y mucha agua para hidratarme están listos en mi mochila para disfrutar del tercer día.
Día 3
A las nueve de la mañana zarpo en la embarcación que me llevará a mi destino en las Islas del Rosario. Entre la Ensenada de Cholón, El Aviario Nacional de Colombia, y Playa Blanca en Barú, Isla Múcura e Isla Grande, y otros maravillosos atractivos, elijo Isla del Encanto, a una hora de Cartagena en lancha rápida.
Luego de apreciar la belleza de ese mar de un azul profundo y lindísimos paisajes, la embarcación se detiene en el Oceanario Islas del Rosario en Islas Pajarales, bajo de prisa impulsado por la curiosidad y disfruto de las maravillas, belleza y colorido de la vida marina del Parque Nacional Natural Corales del Rosario. ¡qué show! me deja sin palabras.
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Ahora sí llego a Isla del Encanto con un hotel situado en uno de los lugares más hermosos que he visto en todos mis viajes, un mar color turquesa que inspira quedarse dentro de él por semanas enteras. Disfruto de la piscina, hago Snorkel y buceo. A la hora del almuerzo deleito un bufet con variedad de platos caribeños.
Lamento no pasar la noche en este lugar porque solo adquirí un pasadía, pero estoy convencido que por los paisajes, el spa y las cómodas habitaciones, pasaría aquí unas vacaciones soñadas. A las cuatro me embarco en la lancha, con nostalgia de dejar atrás esta maravillosa e inolvidable isla. Aquí concluye mi tour por los parajes naturales
de Cartagena de Indias, pero regresaré para volver a vivir todas estas experiencias y a descubrir las nuevas.
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