Una encantadora familia de viajeros italianos, conformada por la pareja de Alberta Spinaczè (mamá – 31 años) y Sebastien Bellet Grava (papá – 36 años), quienes llegaron pedaleando a Cartagena en compañía de sus hijas Angela y Anna Bellet Grava (11 y 9 años), dejaron en su paso por la ciudad lecciones claves sobre el cuidado del medio ambiente y el turismo responsable que todos deberíamos aplicar.
También puede leer: Viajeros en Cartagena: una aventura de 13 mil kilómetros desde ArgentinaNo puedo negar que antes de conocerlos pensaba que no estaba bien emprender una empresa de este tipo en compañía de dos niñas. Consideraba que una aventura como esta no era adecuada para unas pequeñas que a su edad deberían estar en un colegio llevando una vida “normal”. Sin embargo, y es para mi una gran alegría estar equivocado, me llevé la grata sorpresa de descubrir que no sólo las niñas estaban en perfectas condiciones, sino que también era reconfortante ver cómo esta experiencia les ha permitido aproximarse de una manera directa y divertida a temas y contextos que no podrían comprender a través de un texto educativo. Y lo mejor, que bonito es ver niños interactuando con lo que les rodea, ya sean situaciones o personas, haciendo preguntas y maravillándose ante todo lo que ven, en vez de estar con sus ojos clavados en una pantalla desperdiciando el tiempo en la era del ocio.
Originarios de Revine Lago, al noreste de Italia, estos viajeros italianos iniciaron su odisea el 20 de enero de 2016 en Ushuna, Argentina, la capital de Tierra del Fuego en la Patagonia, al borde del fin mundo. Al llegar a Cartagena completaron 3 años y medio a bordo de sus bicicletas (las cuales no fueron construidas para este tipo de rutinas), alcanzando una distancia de 22,500 km y cruzando 13 veces la Cordillera de Los Andes. Es así como se convirtieron en la “Happy Family BIOcycling”, recorriendo las carreteras de Sudamérica y absorbiendo todo el conocimiento posible y las experiencias de las ricas comunidades indígenas y campesinas, con quienes comparten la filosofía de vivir en pos de la protección del medio ambiente, así como de la lucha por usar y comercializar productos de origen orgánico, alejados de practicas industrializadas que afectan seriamente la calidad de vida de las personas y del planeta.
Sin abandonar sus estudios, gracias a un acuerdo que tienen con el colegio de las niñas en Italia, este viaje, con el que completan aproximadamente 548 días, se ha convertido en una excelente escuela para la vida. Tanto papás como hijas, han podido descubrir un mundo que es imposible conocer desde la comodidad de sus casas, experimentando de primera mano tradiciones y modos de ver el mundo diferentes a los que la sociedad nos impone. Seguramente que no es fácil ser papá y profesor al mismo tiempo, pero cuando se cree con convicción en lo que se hace y se tienen las metas y prioridades claras, es posible avanzar con seguridad y luchar por generar un cambio en la conciencia de las personas para que el cuidado de los recursos naturales sea misión de cada uno de nosotros.
También le puede interesar: Lugares top para avistar aves en Cartagena y BolívarAunque inicialmente el plan para estos viajeros italianos era culminar la aventura en Cartagena, ahora quieren llevar su mensaje ecológico hasta California en Estados Unidos. Pero para lograrlo, esta vez necesitan algo más que sus ganas, ya que actualmente no cuentan con la ayuda que inicialmente obtuvieron de parte de un grupo de patrocinadores y han tenido que recurrir a sus ahorros de emergencia para poder continuar su camino.
Si bien gracias a su creatividad y buena energía han logrado que muchas personas los contacten en redes sociales para ofrecerles estadías y una que otra ayuda en especie, un incentivo económico les daría un respiro para poder continuar con su recorrido concentrados únicamente en transmitir su positivo mensaje a lo largo del continente. Si quieren conocer más sobre estos viajeros italianos y tienen la posibilidad de darles una mano, pueden seguirlos en redes sociales como
Happy Family BIOcycling.