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Mompox, destino fascinante

Texto: MILENA CONRADO BARRIOS

Foto: AROLDO MESTRE ALCANTARA

Compartimos de nuevo esta travesía de 2014. ¡Súmate a la aventura y enamórate de este mágico pueblo ubicado en la rivera del Río Magdalena!

Leyendas, tradiciones, casas coloniales, bellísimos templos religiosos, exquisita gastronomía, hospedajes placenteros y de lujo, turismo ecológico, románticos atardeceres, mucha tranquilidad y por supuesto, gente creyente y amable como todo caribeño, hacen de Mompox un pueblo mágico en medio del Río Magdalena y excelente destino turístico del departamento de Bolívar sobre la Depresión Momposina.

Invitada  por GEPA, operadora del tour directo vía fluvial, Cartagena-Mompox, por fin se cumplió el sueño de conocer esta isla de agua dulce donde se percibe la sensación de estar en los barrios San Diego o Getsemaní de Cartagena, sobre todo en la afamada Calle del Medio.

Travesía acuática

Son casi las 8:00 a.m. y aquí vamos dichosos a bordo de una confortable embarcación de 20 puestos y de 32 pies. Le doy gracias a Dios por la comodidad porque según escucho a Ileana Cabrera de GEPA, quien nos da la bienvenida, el viaje de ida es de seis horas y media. Pero el tiempo está justificado si se trata de conocer esa valiosa joya del Caribe.

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El recorrido promete ser totalmente placentero porque además, el grupo de viajeros,  extranjeros y  colombianos, nos compenetramos muy bien desde que nos reunimos en el puerto de Todomar en la Bahía de Bocagrande.

A medida que Ovidio, el piloto de la embarcación -por cierto la única de turismo autorizada para navegar por el río Magdalena- avanza, vamos dejando atrás la Bahía de Cartagena, y nos adentramos a los caños que conducen al Canal del Dique.

El reloj marca las 8:00 a.m. y ya vamos navegando en el Dique, pasando entre Pasacaballos a la derecha y Barú a la izquierda, a nuestro paso los ferris cruzan constantemente el canal.

Son 114 km los que tenemos que pasar hasta llegar al río Magdalena. El olor a campo, a vegetación, a ganado y los paisajes naturales, se tornan cada vez más fascinantes y mejor aún, si el sol se mantiene oculto. De los tres puentes que debemos atravesar, a las 8:50 a.m. pasamos el primero ubicado en Gambote, cuya estructura amarilla contrasta con el color turbio de las aguas del Dique.

Segundo puente

A nuestra vista poblaciones como Mahates, Soplaviento, Arenal, San Cristóbal y algunas del departamento del Atlántico, a la derecha, Santa Lucía, donde se divisa el segundo puente, en Calamar. En este punto se encuentra el Dique con el Magdalena. Cerca de las 10:45 a.m. aparece en el paisaje la espesura de los Montes de María a kilómetros de distancia y otras poblaciones de Bolívar y del departamento que lleva el mismo nombre del río, Magdalena. Un refrigerio nos sienta muy bien a esta hora.

Los paisajes son tan tranquilos y sorprendentes que nos hacen olvidar la profundidad del río. A estas alturas del viaje estamos seguros de no querer cambiar esta ruta acuática por la alternativa de viaje por carretera.

Tercer puente

Al acercarnos al tercer puente en Plato, que une al Magdalena con Bolívar, observamos un nubarrón que presagia un fuerte aguacero y no nos equivocamos. Gracias a la experiencia de nuestro piloto, la lluvia solo retrasó el viaje alrededor de 20 minutos. Las notas del acordeón de uno de los compañeros del tour y el rostro de satisfacción del grupo de extranjeros al sentir las gotas de agua lluvia en sus rostros que logran entrar por la fuerte brisa, me hacen sentir segura y apreciar más a mi Costa Caribe.

La llegada

A las dos en punto nuestros sentidos quedan aturdidos ante la magnitud  de la belleza de lo que divisamos desde la embarcación. Un hermoso paisaje colonial sobresale como si fuera una valiosa pintura de oleo sobre lienzo. Una cúpula roja con blanco nos da la bienvenida y una línea de estructuras coloniales se van asomando poco a poco, seguidos del esplendor de una iglesia amarilla con blanco, jamás imaginada. Nos recibió Mompox con olor a piña, ese fruto dulce que se cultiva por estas tierras.

La sensación al tocar tierra  fue exactamente la de llegar a un pueblo colonial, y no a cualquier pueblo porque este a primera vista es maravilloso. La edificación de la antigua plaza de mercado es lo que primero apreciamos en el Puerto La Albarrada, junto a la iglesia La Inmaculada, la plaza La Concepción  y demás casas coloniales, con hermosos balcones y techos de tejas rojas. Aquí el tiempo parece haberse detenido.

Abordamos una mototaxi, transporte interno tradicional de Mompox. Y por cierto, vimos  pocos autos. El amor patrio se siente en el ambiente de las calles porque por todas partes ondea la bandera colombiana con motivos del partido de eliminatorias del Mundial 2014. A los cinco minutos llegamos a la casa más grande de Mompox que funciona como hostal Doña Manuela- y que pertenece al Ministerio de Comercio de Industria y de Turismo. Es el prototipo de la arquitectura colonial momposina, con patios interiores, paredes altas, y  frondosa naturaleza de la que sobresalen inmensos helechos y un árbol milenario.

La casa fue un buen punto para iniciar nuestro tour por ser el mejor ejemplo de la opulencia que se vivió en el pasado. A las 3:30 p.m. acompañados de un guía de turismo, salimos del hostal e iniciamos el recorrido a pie.

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Siete iglesias contamos durante nuestro recorrido, una funciona como sede de la alcaldía municipal. Imponentes, inmensas, altares jamás imaginados, apropiadas de una belleza y estilo único, todas son muestra de que aquí se celebra la más sobria y tradicional Semana Santa de toda la Costa Caribe. Son sencillamente abrumadoras y qué decir del cementerio construido en 1845, con su propio y llamativo templo.

Para los momposinos el campo santo no es considerado un lugar triste porque es aquí donde se dejan los restos de los seres queridos. A este lugar llegamos por la Calle de Atrás. Como dato curioso nos llama la atención la presencia de más de 15 gatos de todos los colores y tamaños. Y van apareciendo más y más.

Por estar a la orilla del río, la estructura de Mompox es alargada.  Sus tres calles principales van paralelas al Magdalena: La Albarrada, fue una de las más importantes por estar a la orilla del río; la Calle Real del Medio, donde vivían las familias con más poder económico y la Calle de Atrás, donde desaparece la estructura colonial. De estas calles se desprenden callejuelas.

Alrededor del sector histórico, declarado por la Unesco como Patrimonio Histórico y Cultural de la Humanidad en 1995, hay aproximadamente 27 barrios. Durante nuestro tour de más de dos horas visitamos el antiguo Convento de Los Agustinos, hoy Escuela Taller;  la Casa Bolivariana; la Casa de la Cultura y el Museo Religioso.

El famoso queso de capa, la plaza de mercado, los talleres de filigrana y ecoturismo son los planes que dejamos para el siguiente día porque la noche se acerca y las energías no se pueden agotar en una sola tarde. Al finalizar el partido de Colombia y  muy poco pendientes de los resultados, ingresamos al hotel, pero nos llama la atención la caravana de carros, motos y bicicletas, festejando, lo más seguro, el triunfo de nuestro equipo.

Espacio para la diversión y la buena mesa

A esta tierra grata han llegado muchos extranjeros que se han enamorado, han creído y se han establecido en ella. Para la muestra los confortables hoteles y, los tipos boutique con todas las comodidades (piscina, jacuzzi) y otros lujos de hoteles de esta categoría; así como bares-restaurantes de comida internacional. Sus dueños son del exterior. Por ello se dice que en Mompox si hay mucho por hacer porque no solo  es destino turístico arquitectónico, religioso y cultural. Hay espacio también para hospedaje de lujo, mucha diversión y comensales de gustos refinados.

Nuestra noche culmina, pasadas las once, en un extraordinario y llamativo restaurante austriaco, ubicado frente al río. Allí saboreamos exquisitos platos y deliciosas pizzas preparadas en horno de diseño romano y un especial ron artesanal, mientras contemplábamos atónitos la decoración del lugar, cuya materia prima es la madera y guadua. Aquí todo es especial, bastante original... fuera de serie.

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A altas horas de la noche el pueblo es tranquilo y mientras muchos duermen, algunos charlan en grupo a la orilla de La Albarrada y contemplan la belleza de la Iglesia Santa Bárbara que a esta hora guía como faro por las luces que iluminan la fachada.

Turismo ecológico

Un atractivo más de la Depresión Momposina es el turismo ecológico, por ello a las siete de la mañana de nuestro segundo día de aventura partimos en bote hacia la Ciénaga del Pijiño, al suroeste del Departamento del Magdalena.  El tour inicia en el río, en nuestro trayecto de alrededor de 40 minutos encontramos pescadores de bagre, cachama, loras, lolos, mojarras, bocachicos y doradas. Antes de entrar al canal Piñoncito que conduce a la ciénaga- notamos la presencia de un lagarto que posa ante nuestras cámaras antes de dar un salto al agua.

Recorremos los 6 kilómetros del canal, maravillados al observar iguanas, miles de garzas blancas en cacería, patos yuyos, aves tangas, carraos y trampas para cazar bagres, entre otras especies de la fauna y flora silvestre. Uno que otra sardina salta y entra a la canoa. En ocasiones el ayudante de la lancha aparta la taruya para que podamos continuar y así logramos llegar a la maravillosa e inmensa Ciénaga del Pijiño, cuyos paisajes son sorprendentes. Decidimos arribar al pueblo llamado Pijiño del Carmen y allí fotografiamos unas bellas y extrañas flores. La temperatura en este lugar suele estar entre 27 y 34 grados y hoy está en la máxima. Llama la atención que las casas tienen en las salas sacos llenos de arena para protegerse en las épocas de inundaciones. Media hora después tomamos el camino de regreso.

Compras, otro atractivo

Al retornar a Mompox, un jugo de naranja bien frío en una de las tantas plazas y a visitar los talleres. Debido al alto precio del oro, el arte en filigrana de fama internacional, se ha enfocado hacia la plata. Esta técnica que va de generación en generación representa elementos de la naturaleza como flores, pétalos, frutas, mariposas... Notamos exhibiciones de estas joyas en los hoteles y en muchos locales del sector histórico a muy buen precio. Las mecedoras momposinas son también muy solicitadas por los visitantes.

Un buen consejo es comprar por dos mil pesos el suave, bajo en sal y delicioso queso capa, con o sin bocadillo, otra de las ricuras de esta tierra, así como el tradicional dulce de limón de la señora Ada.

Más que 23 horas

Para poder terminar de conocer esta isla de agua dulce aquí vamos a bordo de una mototaxi, que por mil pesos el trayecto por persona, nos aleja de la parte colonial. A las 11:30 a.m. tomamos rumbo a la plaza de mercado y demás barrios de calles anchas y así pasamos más de 40 minutos apreciando las costumbres y el vivir de los momposinos.

La aventura terminó

Son las doce del medio día y la aventura de estas 23 horas en Mompox termina, no sin antes visitar un lujoso hotel boutique que esta noche inaugura un español en la Calle La Albarrada.

Cuando el reloj marca la 1:00 p.m. partimos del puerto. Cinco horas y media de regreso, vía fluvial, valen la pena si se tienen en cuenta los atractivos que cautivan a los extranjeros y caribeños que como yo visitan y se enamoran de esta hermosa e inolvidable tierra que se prepara para su II Festival de Jazz el 4 y 5 de octubre.

Como muchos lo han afirmado: por Mompox no se pasa, se llega.

¿Cómo llegar?

-Vía terrestre

En lancha, partiendo desde Cartagena, vía Canal del Dique-Río Magdalena. Duración: 6 horas y media de subida y 5 horas y media de regreso.

-Vía acuática

Desde Cartagena hasta el Banco Magdalena o Magangué, tomando el ferri. Duración: 8 horas.
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