Nuevamente de visita con mi hija y mi papá en
Cartagena de Indias, nos enteramos de que el
Castillo de San Felipe había extendido su horario y ahora es permitido recorrerlo durante la noche, al menos hasta las 8:00 (
las boletas se venden hasta las 7:00 p.m. en la taquilla o se pueden
adquirir vía Internet haciendo clic aquí).
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Nos sedujo la posibilidad de caminar a través de los túneles, rampas, plazoletas y garitas en un
escenario alimentado por mitos de
apariciones fantasmales y sonidos espectrales. Mi hija, especialmente, se mostraba emocionada por la posibilidad de encontrarse cara a cara con un alma en pena, quizás de un soldado, un pirata o un esclavo de la
época de la colonia.
Nos unimos a un grupo de turistas cuyo guía exigía silencio absoluto mientras ingresábamos a uno de los túneles que atraviesan la
fortificación. Era difícil hacer callar a más de 10 personas, pero de repente un silencio sepulcral se impuso mientras todos mirábamos atentos a la guía que esperaba inamovible. Tuve que ignorar a mi hija porque sabía que si hacíamos contacto visual reventaríamos de la risa y no nos queríamos perder ningún detalle de la charla.
Nos explicó cómo la
ingeniería militar detrás del Castillo de San Felipe tuvo en cuenta cada detalle, incluyendo las condiciones geográficas y climáticas, así como la fisionomía, tanto de los soldados españoles, como de los enemigos. Esto se percibe en la altura de los pasillos, que era pensada para dificultarle al invasor inglés, de estatura superior a la de las tropas españolas, transitar por estos espacios, incluso propiciando que éstos se golpearan en sus cabezas para ser rematados luego con espadas, ballestas o lanzas. Igualmente, aprovechaban el cambio brusco que se genera al entrar en los túneles viniendo de la resplandeciente luz del día y, posicionando soldados en puntos estratégicos, atacaban al enemigo mientras éste era incapaz de ver y por supuesto reaccionar.
Al llegar a una reja que por seguridad no podíamos cruzar, la guía ordenó nuevamente silencio total. Aseguran que en ese punto, que conectaba con unas
celdas, se escucha frecuentemente el sonido de
cadenas arrastrándose y de
grilletes golpeando el suelo y las
paredes de piedra. Mi papá dejó salir una sonrisa de incredulidad, mientras mi hija se enganchó de mi brazo y me apretó con fuerza, no asustada, sino emocionada y expectante de su encuentro con el más allá. No sé si haya sido por sugestión colectiva o por la magia de un deseo concedido, pero durante un instante pudimos escuchar algo que semejó un par de golpes de metal en los muros. “
Seguro la guía le pegó con algo a la reja”, dijo mi papá en tono escéptico, pero mi hija y yo tenemos nuestras dudas.
Eventos en Cartagena de Indias.
Ya en los espacios abiertos nos olvidamos de los mitos por un momento y nos dejamos hechizar por las
impresionantes vistas que desde el
Castillo de San Felipe se pueden obtener de la ciudad. Luego de tomar fotos panorámicas desde cada flanco, nos sentamos un rato a descansar y luego compramos un recuerdo en la tienda de artesanías justo antes de que la cerraran.
En la mañana, en la tarde o en la noche puedes disfrutar de esta imponente construcción y siempre encontrarás
algo nuevo que admirar. La atmósfera nocturna, en este caso, nos permitió gozarnos un plan relajado y divertido. Sin la inclemencia del sol pudimos experimentar nuevas sensaciones y nos gozamos caminar acompañados de una fresca brisa que hizo muy placentera esta visita.
Recomendadísimo.