Razones por las que debes visitar a Ararca

 

Por Andrés Felipe Cabrera Quintero

En el marco de 'Rutas por Bolívar', iniciativa de turismo comunitario que se ofrece desde el Hotel Almirante, llegamos a un corregimiento de Isla de Barú lleno de naturaleza, historia y gente local dispuesta a enseñarla: Ararca.

Turismo Comunitario

El turismo comunitario comprende un empoderamiento significativo de las comunidades para con el sector turístico, involucrándose de primera mano en su desarrollo y gestión. (Le puede interesar: Agenda de eventos en Cartagena)

La intención es que los locales sean co-anfitriones del potencial progreso que brindan los turistas a su entorno, y fomenten el compartir historias y tradiciones más fieles y genuinas.

Con esto, en lugar de ser simples espectadores, los turistas pueden sumergirse en dinámicas cotidianas, beneficiándose de experiencias auténticas; mientras, a cambio, contribuyen directamente con el bienestar y desarrollo económico de la comunidad.

En esta ocasión, tuvimos la oportunidad de conocer desde adentro la experiencia de un 'turismo comunitario'.

 

Tuarisba en Casa del Pescador. Guías locales de Tuarisba en la Casa del Pescador. (Ararca, Bolívar).

Las Rutas

Son tres los destinos que ofrece el Hotel Almirante: San Jacinto, en el que se destaca su visita a los maestros gaiteros y el ‘Museo vivo’ de tejedoras; San Juan Nepomuceno, con recorrido por la Garra del Jaguar y su casco urbano (San Pedro Consolado), y el recorrido que vivimos en Ararca.

El recorrido empieza desde la sede del Hotel, con un desayuno de bienvenida a las 7:00 de la mañana que introduce al grupo de 5 a 10 personas que estarán juntas en esta inmersión.

Hacia las 7:30 se está en camino hacia el lugar. Esta vez, a tan solo 40 minutos en carretera del Centro Histórico de Cartagena.

Lo que se pretende con los recorridos por los municipios de Bolívar es ofrecer experiencias más auténticas para el turista, y sostenibles para el territorio. Conocer desde lo orgánico, desde quienes lo habitan. Que cuando se visite Cartagena, la imagen positiva sea más amplia e integral.

Y para ello es vital la participación de aquellos sujetos y asociaciones locales que promueven una cultura y acciones que resalten el valor de su comunidad y entorno.

En Ararca se creó una alianza, desde la fundación Santo Domingo, para promover un recorrido que muestre los principales puntos atractivos del corregimiento. Todo con el acompañamiento de una agencia local: Tuarisba.

 

Hombre en toalla manejando su canoa por el sendero Tucu-Tucu. Hombre en toalla manejando su canoa por el sendero Tucu-Tucu.

En Ararca

Luego de poco más de una hora, entramos a Ararca. Al llegar nos recibió Juan Carlos Cuadro, nativo del pueblo, coordinador de la mesa de turismo que se viene desarrollando en Barú, y nuestro anfitrión de hoy por parte de Tusrisba.

Tuarisba es un acrónimo para Turismo en Ararca Isla de Barú. La iniciativa empezó en 2017 como una coorporación: la Corporación Social y Turística de la Isla de Barú. Para 2020 ya pasaría a funcionar también como agencia de turismo, estar dentro del Registro Nacional de Turismo y la Cámara de Comercio, y ofrecer el recorrido que recibimos: “Ararca, naturaleza e historia”.

 

Horno de Cal de 'Cocón' por dentro. Horno de Cal 'Cocón' por dentro.

Casa del Pescador

El punto de partida fue la Casa del Pescador, centro en el que la corporación aprovecha para hacer actividades y labores de integración cultural y social. Se citan para compartir creencias y tradiciones.

Ahí, Juan nos menciona que la casa lleva tal nombre por ser el histórico epicentro en el que los lugareños llegaban a convivir antes y después de las jornadas de pesca. (Eventos culturales de septiembre 2023 en Cartagena).

Ararca es un pueblo de tradición pesquera, en el que la comunidad trabaja en impulsar el turismo de su zona desde hace menos de una década. Es un 'turismo virgen' aún. Juan cuenta que sí ha trabajado el turismo antes, pero en Playa Blanca. Y ya desde 2017 es que viene promoviendo la llegada de turistas a la isla, pero 'del lado de su casa'.

Con ropa más cómoda, un poco más de bloqueador y repelente de mosquitos, continuamos el recorrido visitando su Vivero Comunitario. Ahí trabajan y lo vienen expandiendo desde 2020.

Son 11 habitantes, en su mayoría madres cabeza de hogar, quienes recolectan las semillas en el manglar y desarrollan la germinación de 15 mil semillas de mangle rojo y negro. Una vez germinadas, empieza la labor de reforestación que ejercen los pescadores, quienes llevan estos nuevos mangles a las zonas en las que escasea.

“Esta iniciativa empezó en la pandemia, para 'mantenernos ocupados'. Pero hoy nos permite llevarnos un jornal a nuestras casas, y es la base de nuestra marca de sello verde”, indica Juan.

 

Letrero del Vivero Comunitario de Ararca. Letrero del Vivero Comunitario de Ararca.

Sello Verde

"La Corporación Social y Turística de la Isla de Barú vende una experiencia de ecoturismo sostenible. Conformados por jóvenes, en su mayoría mujeres, a través de experiencias que concientizan sobre la importancia de la naturaleza como patrimonio", nos define Juan.

La corporación hará parte de la Feria de Negocios Verdes que organizará Cardique, del 15 al 16 de septiembre en Caribe Plaza.

En ella, es muy probable que reciban el reconocimiento de Sello Verde, por su labor en el cuidado del agua a través del cultivo y siembra de manglar en la zona, y tras verificarse que cumplen con los requisitos plasmados en el Plan Nacional de Recursos Verdes.

Tuarisba ya ha logrado sembrar dos hectáreas con semillas germinadas de mangle rojo. Esto, bajo la firme esperanza de que en unos años tengan la potencia bio-filtradora de un mangle adulto, que tiene un aproximado de 10.000 folículos capaces de capturar el dióxido de carbono presente en el mar.

Tuarisba ya ha sido reconocida como Marca Verde por sus buenas prácticas en pro de la reforestación de manglar y cuidado del ecosistema de bosque seco tropical.

Asimismo, el 29 de septiembre tendrán un evento con Cardique, en el que reforestarán en conjunto un total de 2 mil nuevos manglares para la zona.

 

Vivero Comunitario de Ararca. Vivero Comunitario de Ararca.

Sembrando mangle

La idea de la excursión inmersiva es que cada visitante aporte la siembra de un nuevo mangle a la zona. Por lo que cada uno escogió un pequeño manglar rojo, se embarcó en las canoas, y se nos adentró en el recorrido por la zona de manglar hacia el próximo destino: la ciénaga de Los Coquitos.

Según narra Juan, el sendero por el cual transitamos hasta llegar a Los Coquitos tiene también su historia.

 

Sembrando manglar rojo en la Ciénaga de Los Coquitos. Sembrando manglar rojo en la Ciénaga de Los Coquitos.

Tucu-Tucu

Cuentan los abuelos que antes, por allá cuando las casas eran de bahareque, por la noche se escuchaba un sonido que asustaba a todo pescador que salía a altas horas en sus canoas para buscar sus peces.

"Tucu, tucu”. Se dice que aún puede escucharse el sonido de los tambores que tanto asustaba a los ancestros de Juan. Le temían a la sospecha de alguna bruja que dejaba esos sonidos al hacer sus rituales. Desde aquel entonces, bautizaron el sendero con la fonética aquella. 'Sendero Tucu-tucu'.

Hoy el viento rozando con el manglar es lo que se escucha, aun similar a aquel "tucu, tucu" de los tambores. Juan nos pidió silencio, un requisito para sentir las diversas voces del mangle. Cangrejos, cigarras, gran diversidad de aves y el sonido tranquilo de la brisa contra este ecosistema.

Mangle rojo de Ararca. Mangle rojo de Ararca.

Los Coquitos

Luego del recorrido de menos de 20 minutos por el sendero, llegamos a la zona de Los Coquitos, justo al frente de Tierra Bomba. Con playa virgen y un ecosistema perfecto para nuestro mangle. Un mangle que aún amerita ser reforestado y continuamente restaurado. (Le puede interesar: Estos son los 10 museos para visitar en Bolívar)

Nos pusimos todos en hilera, con nuestro pequeño manglar en manos. Cada uno marcando una distancia entre 50 centímetros y dos metros por siembra.

Hicimos un pequeño hueco con la pala, pusimos el manglar recto en el hueco, tapamos la raíz con el sedimento. Y listo, el manglar no necesita más. El ecosistema al rededor le brindará el resto.

 

Horno de cal de Ararca. Horno de cal 'Cocón' de Ararca.

Playa Coquitos

Luego pasamos a la zona de playa, para disfrutar de un típico pescado frito, con buen patacón y agua panela fría.

Descansamos de cara al mar, en la playa de Los Coquitos y viendo la muestra cultural de bailes y tambores de la agrupación Son Afro Santanero, del corregimiento de Santana, también de Barú.

Por último, nos dispusimos a conocer una infraestructura que hace parte de las construcciones antiguas de la ciudad, y fue cuna de las muchas fortificaciones que la rodean: el Horno de Cal de Cocón.

 

Niña y guía comparten recorrido en canoa. Niña y guía comparten recorrido en canoa, Playa Los Coquitos.

Cocón: 'de aquí nace Cartagena'

La zona insular de Cartagena también fue eje importante de la época colonial. No solo existió la Ciudad Amurallada, o al menos no existió de la nada. La economía no giraba únicamente en torno al territorio que habitaron los colonos, sino que también dependía de lo que el sector industrial les proporcionara, en materia de insumos, desde las antiguas fábricas y zonas grises.

A pocos metros de la siembra, encontramos al Horno de Cal de “Cocón”. En su momento fueron dos grandes hornos que producían la cal a partir de la piedra coralina, de gran abundancia en la isla, y la tercerizaban en diversos materiales de construcción.

La Cal fue la materia prima que usaron los españoles en sus edificaciones, vital para la construcción de las fortificaciones y murallas de Cartagena. “La construcción de las fortificaciones no hubiera sido posible sin las industrias auxiliares que proporcionaban los materiales para la edificación de las mismas", afirman en la página oficial de las Fortificaciones en Cartagena. Ver más sobre Cartagena aquí.

En las islas y áreas cercanas a la bahía de Cartagena, se explotaron yacimientos de piedra caliza mediante canteras. Esto debido a la gran concentración de piedra coralina en esta zona de la ciudad.

Es por esto que Cartagena requirió de la construcción de más de 40 hornos, cada uno con funciones específicas. El tiempo y la naturaleza han deteriorado estas estructuras, pero Cartagena destaca como el lugar con la mayor concentración de hornos de este tipo en América Latina.

Concón fue el principal horno de esos 40. El más usado y el hoy mejor conservado. Su hermano gemelo erosionó desde el siglo pasado, y el que queda está erosionando por la errónea tala de un árbol que hacía parte de su base.

La Escuela Taller es el ente encargado de su preservación. Y a la fecha, Juan alega que en Ararca llevan dos años esperando una solución pronta para conservar el buen estado actual de esta estructura histórica.

"Ellos talaron el árbol, dejaron el tronco ahí y hasta la fecha no han vuelto a dar nuevas respuestas al asunto", afirmó.

 

Erosión por tala de árbol en el Cocón. Erosión por tala de árbol en el Horno de Cal 'Cocón'.

'Naturaleza, idiosincrasia y patrimonio'

Ararca es cuna de la naturaleza, cultura e historia de la ciudad. Parte esencial de la idiosincracia histórica que hemos creado.

Comunidades precolombinas habitaron Ararca, muchas de ellas refugiadas posteriormente en los Montes de María y la Sierra Nevada de Santa Marta.

Ritmos como el bullerengue y el mapalé aún suenan al son del 'Tucu-Tucu' en Barú, y entornos tan preciados como la ciénaga de Los Coquitos hoy, con iniciativas como el 'turismo comunitario', están más cerca de encontrar nuevo mangle rojo y nuevos turistas que ayuden a sembrarlo.

 
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