Entra por la calle de La Sierpe, siga directo, lo primero que te encontrarás son las paredes llenas de grafitis, uno se toma una foto en estos grafitis y ya siente esa energía de Cartagena dentro de su cuerpo.
Sigue más adelante y viene el mimo imitando a todo el que se encuentra en el camino, Shakira moviendo sus caderas y Michael Jackson con sus extravagantes movimientos.
Mientras más caminas más te va gustando este colorido barrio, lleno de extranjeros y olores exóticos propios de la costa.
La vida nocturna de Getsemaní te empieza a dar la bienvenida, restaurantes, bares y puestos de comidas rápidas para que decidas el color de tu noche.
Cada vez que avanzas más el ambiente bohemio de esta plaza se siente más cerca, la fiesta está en la calle, en todas las paredes y rincones culturales llenos de nativos y viajeros.
De repente, comienza a sonar la música. Las noches en Getsemaní se viven al son de champeta, funk y reggae, la rumba es Caribe. Y si piensa que debe llegar en fin de semana para disfrutar de la fiesta, permítame informarle que se equivoca, aquí se rumbea desde el miércoles hasta el domingo. No hay espacio para días de aburrimiento o pereza. Este se convierte en un nuevo sitio de encuentro de culturas, porque si bien la mayoría de los asistentes son visitantes de todas partes del mundo, los cartageneros también se disponen y participan de esta gran fiesta con sonidos de aquí, y gente de fuera, bailando y gozando cada banda, cada canción, cada toque.
La rumba en Getsemaní te muestra la ciudad real. Esa que está más cerca de la cultura costeña, de los sonidos, la gente y los colores que la caracterizan. Conocer este barrio es conocer lo que no podrá conocer en ninguna otra parte de la ciudad. Lo local, lo original.