Milena Conrado Barrios
Dónde
Cartagena no deja de sorprenderme.
Durante las recientes vacaciones descubrí un nuevo atractivo, en el cordón amurallado, que me dejó perpleja porque se trata de una obra que se ejecutó alrededor de 1779 y que recientemente fue abierta a los visitantes por la Escuela Taller Cartagena de Indias ETCAR-, administradora de las fortificaciones de la ciudad.
La aventura...
Con ropa cómoda y fresca, un sombrero vueltia´o y cámara fotográfica en mano me lancé a esta corta pero curiosa aventura al interior del túnel subterráneo que conduce al Espigón de La Tenaza.
El taxi me dejó en la puerta de Las Bóvedas, esas que durante la Independencia sirvieron de cárceles y luego de su restauración funcionan allí tiendas de artesanías y antigüedades. Subí por la rampa que conduce arriba de las murallas, guiada por la melodía de dos trompetistas que ensayaban en el tendal o cobertizo ubicado en el Fuerte Santa Clara.
Al llegar a la explanada de Las Bóvedas me dirigí a la entrada del recién remodelado túnel que permanece abierto de ocho de la mañana a seis de la tarde. Con toda la seguridad que brindan ingresé atraída por la curiosidad. Aunque a las nueve de la mañana la temperatura va subiendo, las paredes del túnel se sienten frías a esa hora.
Caminé casi contando los pasos porque el trayecto es bastante corto, por eso nuca tuve la sensación de quedarme encerrada como me ocurrió cuando visité los túneles del Castillo San Felipe de Barajas que son considerablemente largos.
La Mina recién abierta por la ETCAR, servía como pasadizo para conectar la parte superior de la muralla con la inferior, y era un corredor fácil y seguro para el movimiento de las tropas.
Luego de hacer el recorrido logré salir al Espigón de La Tenaza. Con el mar de telón y la brisa alborotando mi cabello permanecí sentada por espacio de media hora leyendo en internet - cvc.cervantes.es- un poco de la historia de este lugar porque siempre acostumbro a documentarme de todos los lugares que visito.
Los dejo con lo que descubrí y recuerde que Cartagena cuenta con nuevos lugares que como turistas está obligado a conocer.
Precedente histórico
La Tenaza es un tramo de las murallas de Cartagena de Indias, comprendido entre los baluartes de Santa Catalina y San Lucas, que debe su nombre a la forma de alicate que parece dibujar. En este tramo destaca el espigón, que es una avanzada defensiva de la muralla.
La historia de esta defensa data de 1779, cuando el ingeniero militar Antonio de Arévalo busca darle una solución a los temporales que arrasan y deterioran año tras año los tramos de la muralla de la Marina e inundan la ciudad.
En efecto, tras un análisis técnico de la acción de las olas en el sector, Arévalo decidió construir una escollera paralela a la muralla para sedimentar las arenas. Por su diseño y su utilidad, esta obra es un antecedente, de los espolones modernos, que actualmente defienden casi todas las playas de Cartagena, desde Marbella hasta Bocagrande.
No obstante, poco después de realizada la obra Arévalo se percató de que dicha franja de arena podía ser utilizada por el enemigo para intentar un ataque. Entonces este gran ingeniero militar minimizó el riesgo proyectando un espigón, conocido como La Tenaza.
Esta punta de lanza fortificada fue perfeccionada más tarde con aspilleras (aberturas verticales en los muros dispuestas para disparar) y banquetas para mosquetería (armamento de la época), parapetos y fosos internos.
El espigón o Fuerte de la Tenaza se une al baluarte por una galería, que servía para el fácil y seguro movimiento de las tropas, de manera que se impidiera el avance del enemigo por el mar, al tiempo que se guareciera el flanco marino de toda sorpresa. De allí que para acceder a este raro reducto militar será necesario descender por el túnel subterráneo, que atraviesa la entraña de la muralla. Sin embargo, es fácilmente visible desde el baluarte de Santa Catalina, en la cima de la muralla.
Fuentes:
Datos históricos tomados del libro Las fortificaciones de Cartagena de Indias. Estrategia e Historia escrito por Rodolfo Segovia Salas, en 1981