MILENA CONRADO BARRIOS
DONDE
Recién se llega a Cartagena se siente la curiosidad de indagar por el antepasado de su arquitectura. Por ello, en este viaje me interesé por las casas coloniales que aún se conservan en el Centro Históri-co y que marcaron la historia de la ciudad.
En un principio, Cartagena estaba conformada por casas de paja, y fueron los españoles -finales del siglo XVI, el XVII y comienzos del siglo XVIII- quienes con su técnica y estética lograron el estilo colo-nial que aún se refleja en las construcciones de carácter civil, militar y religioso. Un dato interesante es el hecho de que las casas fueron construidas por carpinteros y albañiles y que pertenecieron a nobles e importantes hombres de la realeza española; entre ellos: el Virrey Eslaba, el Márquez de Valdehoyos y el Conde Pestagua. Aunque en la colonia casi ninguna tuvo nombre, a medida que ha pasado el tiempo han tomado el nombre de sus propietarios.
Algunas de esas cosas fueron reconstruidas y remodeladas y fun-cionan allí lujosos hoteles boutique, otras están ocupadas por sus dueños y algunas se constituyen en el segundo hogar de sus pro-pietarios, quienes las disfrutan por temporadas.
¿Cómo son las casas coloniales?
Aunque la mayoría de las fachadas de las casas coloniales se ca-racterizan por ser sencillas, de balcones, ventanales y puertas gi-gantes, su interior es tan deslumbrante y atractivo que por ello la mayoría son propiedad de extranjeros. Todas son muestra de la ca-lidad de los artesanos que trabajaron en Cartagena.
Inmensas y espaciosas así son estas casonas, en su mayoría de más de dos pisos o niveles. Como característica importante la ma-yoría cuentan con patios centrales con hermosos e imponentes jar-dines que unen todas sus áreas. Las puertas y los inmensos ven-tanales integran el espacio interior con el paisaje exterior. Los am-plios comedores al aire libre ocupan un lugar importante en los jar-dines.
En la mayoría de casonas del Centro Histórico, el agua de las pisci-nas, junto con el verde de la naturaleza y los aljibes, son la base del paisaje. Alrededor del patio están los espacios vitales de la vida fa-miliar.
Escaleras en madera en de grandes proporciones, arcos, muros y paredes altas y de gran grosor, así como fuertes vigas en los te-chos... Otro elemento característico de la vieja Cartagena son los amplios salones y los miradores donde se aprecian particulares vistas de la ciudad. Algunas azoteas están aisladas y se llega a ellas por empinadas escaleras.
De los portones o puertas de las casas llama la atención la eclécti-ca colección de aldabas, que más que utensilios para golpear las puertas son maravillosas esculturas para anunciar a los visitantes.
Recorrer las casas del Centro Histórico es una experiencia única porque allí se encuentran un sinfín de artículos que van desde muebles del siglo pasado, hasta artículos como lámparas y cande-labros de principios de siglo que crean al visitante la sensación de haber viajado en el tiempo.
Los muros y acabados están hechos en piedras de cal, pedazos de ladrillos o en piedras y coral triturado. Los balcones y rejas en ma-dera, o balaustres simétricos tallados en forma de pera-, acceso-rios o herramientas decorativas, le dan el toque especial a estas casas. Las ventanas y los balcones dejan ver el interior de la vi-vienda.
El color de fachadas y de paredes interiores es otro de sus atracti-vos. Tonos rosas, ocres, amarillos profundos y claros, rojos quema-dos, rosados, azules claro y verdes pálidos, que le dan un aire cari-beño y tropical, muy propio de esta región.
Y aunque quedan faltando tantos elementos para destacar, imposi-bles de reseñar en una solo artículo, esperamos poder contribuir a que se conozca la riqueza arquitectónica de Cartagena de Indias.
Lo invitamos a trasladarse a la época de la colonia y a disfrutar la magia y encanto que encierran las casas coloniales del Centro Histórico porque es aquí en Cartagena donde se han preservado algunas de las construcciones más importantes del país.
Sin duda, verdaderas joyas de la arquitectura colonial.