Si piensas en Cartagena de Indias, es inevitable que aparezca en su mente la palabra “historia”, y entonces las calles del centro, las iglesias y museos se convierten en lo más elemental en la lista de lugares que visitar al llegar a la ciudad.
Por eso en esta oportunidad, he decidido agregar dos nuevas palabras por explorar en su visita a esta gran ciudad, y las escogidas son “tradición” y “mezclas”. Dónde buscar el sitio perfecto para explorar es la pregunta que surge en este momento en su cabeza, la respuesta es sencilla y no tiene que caminar mucho o alejarse de su recorrido.
Si estás frente a la Torre del Reloj debes mirar hacia el frente, recorrer la Plaza de La Paz, y cuando llegue al final de este largo corredor de baldosas blancas en el que posan con caras largas los mártires de la independencia, se encontrará con el “Teatro Cartagena”, y estará oficialmente en el inicio de su nuevo recorrido. Usted está pisando el barrio más tradicional. En el que confluyeron un gran número de razas y lenguas, y que aún hoy, sigue siendo ese gran centro cultural no oficial de la ciudad de Cartagena. Ha llegado a Getsemaní.
Al inicio del camino
Son las 4:30 de la tarde y el sol comienza a bajar lentamente, a esta hora ya es más clemente. Estoy frente al Teatro Cartagena, y cómo empezar a caminar por el barrio más tradicional de la ciudad, sin antes comprar justo en este lugar un típico mango biche acompañado con sal, pimienta y limón, todo en la cantidad que guste, el vendedor es experto en medidas, usted ordene. Lo pido con poca sal, pero con bastante pimienta y limón, un placer para no perderse en la vida.
Con mango en mano, comienzo a caminar. Entro por la Calle Larga. En este espacio solo veo lo “moderno”, el Centro Comercial Getsemaní, reposterías, bancos y restaurantes a lado y lado de la calle, todo en estructuras antiguas que mantienen la imagen general de esa Cartagena de antaño, de ese barrio ancestral. Llegó al final de la calle comercial y comenzamos la parte de colores y grafitis, el Getsemaní humano, histórico, de mezclas y tradición.
Entre casitas de colores
Getsemaní me recibe con una gran variedad de colores e imágenes, con un inigualable olor a madera fresca y a flores. Recorro sin afán sus calles angostas, invadidas por casas de colores vivos, que crean sin querer toda una obra de arte, digna de desparramarse en algún lienzo.
Azul, verde, amarillo y naranja en todos los tonos, hacen parte del momento. Acompañando la variedad de colores, está esa arquitectura Colonial y Republicana, que, a diferencia de las del Centro Histórico, se destacan más por los colores que por lo grandes y elaboradas de sus fachadas. Son casas simples, con fachadas discretas y balcones fascinantes. Son un montón de casitas de colores, con hermosas ventanas y con sus propietarios “plantados” en la terraza, saludando a todo el que pase por la calle.
Memorias de libertad
Ya son las 5:20 p.m. la brisa ha sido mi compañera fiel, al principio era solo fresca, pero ahora, cuando la luna promete apagar al sol, se ha vuelto un poco más fría. Sigo el camino, sin perder de vista cada casa, cada muro. Y es que en Getsemaní no hay pedazo de pared vacío, en blanco.
Locales y extranjeros se han tomado cada pared de este barrio de tradición e historia, y han creado a mano cientos de grafitis, pinturas y otras expresiones artísticas que recuerdan un momento en la historia, crean un instante de reflexión o evocan una situación o momento de más actualidad, pero todos tienen algo que decir. En los muros puedo ver firmas de artistas y viajeros brasileros, argentinos, españoles y por supuesto, la cuota local, firmas de grupos culturales y artísticos.
Los trazos más dibujados están unidos a la cara de Pedro Romero, a él y a su nombre o alguna consigna que recuerda su labor y existencia. Recuerdo en este punto, aquellas clases de historia que no tuve, en las que nadie me habló de la existencia de un grito independista que fue negro, que fue gestado, producido y concretado desde este pedazo de la ciudad en la cabeza de ese gran líder cubano, que armado de razones, se tomó Cartagena y logró el primer grito de independencia del que tenga memoria estas paredes, estas casas, el aire que hoy me rodea. Recuerdo, por qué Getsemaní es historia.
Plazas de tradición
Un niño intenta subirse a una banca mientras un perro, justo detrás de él, está a punto de morderle el pañal. Esa es la representación en acero con la que nos recibe la Plazuela del Pozo. Un sitio silencioso, que se ve a lo lejos gracias a ese gran faro en forma de telaraña, una escultura en acero de proporciones maravillosas. Un sitio perfecto para hacer una parada, admirar las ingeniosas esculturas alrededor, descansar un par de segundos, y seguir.
Son las 6:00 de la tarde y, del sol, ya solo quedan un par de líneas naranja en el cielo ya casi oscuro. De repente, me tropiezo con una plaza mucho más grande, ubicada enfrente de una sencilla iglesia de color amarillo, he llegado a la Plaza de La Trinidad. Cuentan los historiadores, que esta plaza era el sitio de reunión predilecto de Pedro Romero y sus seguidores, que era el lugar en el que exponían sus razones y exploraban su estrategia. Estoy de pie en un pedazo de historia.
No importa de dónde vienes...
En esta plaza principal los colores, las lenguas y las culturas son tan diversas que logran la creación de un ambiente único, equilibrado, superior. En mis escasos conocimientos de otras lenguas escucho mucho inglés y francés, los acentos no se quedan atrás, siendo el gaucho el que más sobresale. Aquí los extranjeros parecen de la familia, se mezclan con los estudiantes y vecinos costeños que los reciben con gran agrado en sus grupos, y comparten con ellos sin pretensiones, como uno más del barrio.
Este lugar es una amalgama de culturas, en las calles puedo ver academias de baile, música e incluso algunas que estimulan a aprender español o a montar en bicicleta. Los hostales, hoteles y residencias, te ofrecen un “ambiente familiar” que invita a quedarse cerca. Quizá por eso, una gran cantidad de personas de otros países que vienen de visita o de intercambio universitario, terminan quedándose en este barrio que es, por origen, tradicional y por su gente, perfecto para dar la bienvenida a quien desee estar por un par de horas, unos días o a quien decida al final permanecer.
En Cartagena la noche llega para quedarse
Restaurantes y bares comienzan a abrir sus puertas, a sacar sillas y mesas a la entrada. La vida nocturna en Getsemaní nos da la bienvenida. Los primeros en abrir son los restaurantes, una amplia oferta de pizzerías, puestos de comidas rápidas y restaurantes de comida internacional nos muestran sus cartas, que ofrecen una variedad de platos y presentaciones. Nuestra misión solo es decidir qué queremos comer, luego seleccionar un lugar y aventurarnos a degustar los sabores que ofrece.
De repente, comienza a sonar la música. Las noches en Getsemaní se viven al son de champeta, salsa y reggae, la rumba es Caribe. Y si piensa que debe llegar en fin de semana para disfrutar de la fiesta, permítame informarle que se equivoca, aquí se rumbea desde el miércoles hasta el domingo. No hay espacio para días de aburrimiento o pereza. Este se convierte en un nuevo sitio de encuentro de culturas, porque si bien la mayoría de los asistentes son visitantes de todas partes del mundo, los cartageneros también se disponen y participan de esta gran fiesta con sonidos de aquí, y gente de fuera, bailando y gozando cada banda, cada canción, cada toque.
La rumba en Getsemaní te muestra la ciudad real. Esa que está más cerca de la cultura costeña, de los sonidos, la gente y los colores que la caracterizan. Conocer este barrio, de día y de noche, es adentrarse en la sonora y colorida cultura Caribe, esa que no podrá conocer en ninguna otra parte de la ciudad. Esa que es pensada desde lo local, lo original.
Yo me quedo esperando la agrupación de champeta que está a punto de comenzar su toque. Y usted, no se pierda de esta experiencia que lo acerca a lo humano de la ciudad, y que no se aleja de la historia, solo la complementa con un poco de ese presente magnífico, de esa cultura de sabores, olores y colores, que llevará su visita a Cartagena a un nuevo nivel.