El Oceanario, una visita obligada en las Islas del Rosario

Rafael Vieira, un hombre que, al igual que muchos, el inmenso mar le llamaba la atención, decidió, un día, empezar a explorar. Poco a poco su curiosidad se fue alimentando de pequeñas expediciones, en las que careteaba. Después de varias veces, la curiosidad lo siguió llamando a descender más y más, para ver qué podía encontrar en ese territorio desconocido, pero lleno de tesoros.

Sus observación lo llevó, a recolectar, poco a poco, pequeños peces. Llamativos, con colores extraordinarios, de formas nuevas y muchos más, fueron haciendo parte de su colección privada, la cual mantenía en acuarios de vidrio en su casa.

Hace 45 años, Rafael tomó la decisión de irse a vivir a las islas del Rosario. En ese entonces, las islas eran vírgenes, y él era de los pocos que las habitaban. “Lo único que había era esta isla y el mar. Entonces todos los días me metía a mirar, a curiosear, careteando y después buceando” cuenta, mientras mira el horizonte, donde el mar se pierde.

De su pasión y amor por los animales nació, hace 33 años, el Oceanario. Un lugar donde los visitantes llegan para conocer, algunas de las diferentes clases de peces, tiburones, delfines, tortugas y demás especies marinas. Este es un lugar que, lo que se busca es crear conciencia sobre la vida marina, se destaca porque los que trabajan en él lo hacen por el amor que le tienen a los animales. Rafael afirma que “este es un lugar donde, el que trabaja aquí, es más porque ama el lugar más que por cualquier remuneración económica. Uno contagia a las personas con eso, ese cariño y ese amor por los animales”.

El Oceanario está abierto a todo el público y el horario de atención es de 9:30 de la mañana a 1:30 de la tarde todos los días, jornada continua. las entradas tienen un valor de $25.000 adultos y $20.000 los niños. Hay una opción de una foto con un delfín, pero solamente es para mujeres y niños y esta tiene un valor de $50.000. Tan pronto uno ingresa al lugar, tiene contacto directo con los animales, ya que hay un estanque con diferentes clases de peces y tortugas que es perfecto para que niños y adultos puedan interactuar con ellos. La manera en la que están distribuida las zonas del Oceanario es muy particular; en tierra firme se encuentran acuarios de vidrio, donde se puede apreciar corales y peces de tamaño pequeño, pero donde está los animales más grandes son caminos de tablas que se abren paso a unos centímetros del agua. Rafael cuenta que “empecé a colectar animalitos y los tenía en acuarios de vidrio y luego empecé a pescar animales más grandes. En este punto empecé a hacer unos corrales en el mar, porque ya no cabían en un acuario”, de aquí el nombre de Oceanario, debido a que los animales están en su ambiente natural. Dentro del mar, con el movimiento natural de las olas y además con la temperatura natural del agua. “El concepto que queremos manejar es que sea lo más natural posible, como pueden apreciar nuestros visitantes, son caminos sobre el mar, así que se ven los animales en su hábitat” dice Rafael. Estamos en un momento que es crucial para la humanidad. Primero que todo porque es en esta época en la que nos hemos dado cuenta de todos los daños que hemos causado a través del tiempo al planeta tierra. Los océanos no son la excepción, y es aquí donde la labor de Rafael y sus empleados cobra una gran importancia. Demostrar que si no abrimos los ojos y no detenemos la contaminación, no quedará nada para que las futuras generaciones vean, y aprecien la maravilla del mar y sus especies. “Todos los días nos visitan miles de personas y se manda un mensaje de sensibilización, para hacernos tomar conciencia sobre el mar y el cuidado del mismo”.

La visita al Oceanario es casi que obligatoria cuando se va a las islas del Rosario. Cada segundo se pueda pasar allí es un aprendizaje, por quienes trabajan y todos los conocimientos que tienen del mar y sus animales, y porque el amor por la naturaleza se siente desde que uno llega e incluso cuando uno se va. Porque queda empapado de él.