En busca de una playa un poco más sola o como diría yo, con menos gente, llegué a las tres de la tarde de un sábado de noviembre a la Zona Norte de Cartagena, sector Cielo Mar.
Este sector es reconocido porque allí se encuentra el
Hotel Las Américas Beach Resort con su nueva e imponente Torre del Mar. Además es una de las zonas de mayor valorización en la que se han construido altísimas torres de edificios modernos. Es la ideal para los amantes del aire puro, tranquilidad y contacto con la naturaleza. Se encuentra a tres minutos del aeropuerto, a 10 minutos del Centro Histórico y a 15 minutos de la Zona Turística de Boca-grande.
Al llegar -por la Vía al Mar-, entrando por el restaurante Blas El Teso, tres nativos salieron a mi paso a ofrecer sus servicios de carpa, bebidas y almuerzos. Me dejé guiar y luego de parquear mi carro donde me indicaron elegí la primera carpa, cerca a los espolones.
Me sorprendió la limpieza del sector y lo organizado que están los "carperos". Durante más de una hora permanecí sentada embelesada con la el paisaje del mar Caribe. Noté que durante ese tiempo solo se acercaron a mi dos vendedores de artesanías, quienes con mucho respeto y un poco de distancia me ofrecieron collares, pulse-ras y atuendos playeros.
Luego de las tres de la tarde decidí caminar y oh... que sorpresa esta extensa playa o sector de la ciudad, sí que tiene vida y movimiento. Continúo caminando y observo varias personas trotando, otras ejercitándose, otras tomando el sol, niños jugando, algunos leyendo, y muchas personas dentro del mar.
Esta zona de verdad que es muy atractiva, en especial para los amantes de los deportes náuticos, a quienes observo practicar de cerca surf, windsurf y kitesurf.
Observo que la parte que está justo frente al Hotel Las Américas es todo un paraíso tropical. Bohíos de bahareque, asoleadoras, palmeras en todo su esplendor, y sus bellas noches y atardeceres, son otros de los atractivos de estas playas. Este se convierte en el lugar perfecto para relajarse y disfrutar de su espléndido ambiente. Además, el encanto de la arquitectura lo convierten en el lugar perfecto.
Luego de un largo trayecto, atraída por un suculento pescado frito, llegué a las playas de La Boquilla, el lugar perfecto para de-leitar este plato caribeño. Al son de la champeta y vallenato, de-gusté patacones de plátano verde, mojarra frita, ensalada verde, arroz con coco y sopa de pescado. No pagué más de 20 mil pesos por este delicioso plato.
Indagando con los lugareños descubrí que Punta Canoa y Manzanillo del Mar son los otros corregimientos que conforman la Zona Norte de Cartagena. Todos, ideales para disfrutar suculentos platos típicos acompañados de un buen cóctel.
Fue así como disfruté de un día completo de folclor, bellos paisajes, buen plato típico y un atardecer tranquilo. Donde se halla la verdadera alma caribeña.
Nueva ciudad metropolitana de Cartagena
La Zona Norte de Cartagena se consolidó como el nuevo polo de desarrollo de la ciudad y de alta valorización. En ella están ubicados los corregimientos de La Boquilla, Manzanillo del Mar y Punta Canoa. Las playas de este sector son hermosas y las apuestas del sol alucinantes.
Además de las proyectos ya finalizados en la actualidad se llevan a cabo verdaderas moles residenciales residenciales, comerciales e industriales. Cuenta además con instituciones de educación secun-daria y superior. Su dimensión es del doble de Bocagrande y Casti-llogrande.
Otros planes ecoturísticos de la Zona Norte
La Zona Norte también nos invita a sumergirnos en las entrañas de la Ciénaga de la Virgen y así hacer un recorrido en medio de una encantadora naturaleza, variedad de aves, peces y manglares.
En canoas típicas de madera, conducidas por un bogador nativo con experiencia, es posible iniciar bajo el tenue sol de cinco de la tarde, una apacible ruta por el corazón de la ciénaga.
Hay dos opciones para disfrutar de estos planes fascinantes de ecoturismo. Está, la Cueva del Manglar que sale del Centro de Convenciones del Hotel de Las Américas Resort y Ecotours que es en La Boquilla.
Ambos resultan ser una experiencia relajante, donde es fácil compenetrarse con la naturaleza y respirar aire puro. La despedida es al ritmo de tambores, gaitas y maracas mientras el sol se está escondiendo.