Texto: Milena Conrado
Cartagena tuvo el privilegio de tener como visitante en enero al neoyorquino Andrew Zimmern, escritor, crítico, chef y degustador de comidas exóticas. Llegó a la ciudad atraído por su belleza y por la curiosidad de probar la verdadera sazón caribeña.
Zimmer grabó en esta bella ciudad el primer capítulo de la cuarta temporada de Bizarre Foods que se transmite por Travel & Living Channel.
Las calles, el mar y cada rincón colonial del Centro Histórico conquistaron a Andrew Zimmern, quien quedó encantado con la magia de esta ciudad y las dulzuras del Portal de los Dulces.
Zimmern viaja por el mundo dispuesto a probarlo todo, hasta lo impensable. Llama la atención la facilidad con la que acepta los alimentos de distintas regiones, acudiendo a mercados de productos locales, donde encuentra especies raras, poco comunes, exóticas y a veces repugnantes.
Pollo con bleo, carne de ñeque, armadillo, sancocho de gallina, guartinaja, mondongo, arroz de frijol cabecita negra, arroz subido, chicharrón, arepa con huevo, arepa de queso y carimañola, fueron algunos de los platos y especialidades que degustó este crítico que viaja por el mundo haciendo comentarios acertados y bastante claros de cada platillo que prueba.
Jugos de mango, maracuyá, corozo, níspero, hicaco, caimito, zapote, mamey y hasta la famosa chicha de arroz, fascinaron al chef.
Bazurto, la plaza de mercado de la ciudad, fue el sitio que eligió para degustar algunos de estos deliciosos platos. Allí optó por la comida de monte como la guartinaja; el armadillo y el ñeque o conejo salvado; la sopa de mondongo y el arroz de frijolito cabecita negra, todo con zumo de coco.
Guiado por las recomendaciones de los botones del hotel donde se hospedó, Andrew llegó al barrio San Diego, donde se venden exquisitos fritos cartageneros. Sin pensarlo junto a su esposa Rishia llegó donde la famosa Magola a degustar, como él afirmó comida humilde y buena, las frituras, salsas y jugos naturales. Destacó el olor a maíz, a ají picante y a mar y calificó la arepa de huevo como adictiva.
Atraído por la comida típica de cada región visitó Turbaco, San Cayetano, Palenque y Gambote. En este último pueblo, a orillas del Canal del Dique, ayudó a casar, preparar, cocinar y comer babilla. De San Basilio de Palenque se lleva presente en su paladar el sabor del arroz subido y la gallina criolla guisada en leche de coco. En San Cayetano (San Juan Nepomuceno), la tierra del ñame, le prepararon animales de monte como el armadillo y el ñeque.
Destacó de nuestro país las diferentes preparaciones que se hacen para un plato y reconoció que existen dos maneras para identificar la comida: uno es lo precolombino y el otro los platos modernos; estos últimos son los platos comunes y corrientes que encuentras en cualquier restaurante y no los nombres y presentaciones bonitas que lo acompañan.
Y como todo buen turista, Zimmern, incluyó en su travesía al Archipielago del Rosario, en donde escogió como destino Isla Barú para grabar la pesca y la cocina nativa.
Si de comidas raras se trata, él es el experto en probar, comentar y descubrir los orígenes de los platos que deslumbraron su paladar como el Anguila estofada, cigarras marinas fritas o el cerebro de ternero crudo, que ha comido en otras partes del mundo.