En esta ocasión tengo el privilegio de arribar a Cartagena en un crucero que se ancla en la Sociedad Portuaria de Cartagena, dándonos la bienvenida al son de tambores y permitiéndonos apreciar el Oasis Portuario, belleza natural que disfrutan los pasajeros y tripulantes de cruceros.
El guacamayo Capi me recibe con su plumaje abierto y canto sonoro, y los flamencos rosados posan y esconden una de sus patas, mientras los pavos reales enamoran a más de uno con su belleza. Este espacio que cuenta con 700 animales de 74 especies, es una muestra de la increíble flora y fauna de Colombia, país con una biodiversidad espléndida.
Los monos tití y aulladores saltan de rama en rama como si quisieran jugar conmigo mientras me dirijo a ver el resto de aves. En una de las jaulas, un halcón inspira respeto, en la otra se encuentran aves exóticas como el tucán y el pellar teru teru. Al final, guacamayos de todos los colores, azul con rojo, amarillo con azul, verdes con naranja... estas aves pelean entre sí para llamar la atención ¡y lo logran!, porque muchos visitantes las suben a sus hombros. Este espacio está creado para la conservación y reproducción de algunos animales. Hace poco, un flamenco nació en este lugar ante la vista de los trabajadores.
El paujil piqui azul, el toche pico de plata, los azulejos y otras aves más complementan la exhibición del Oasis Portuario.
Después de apreciar la cascada y admirar los encantadores cisnes negros, sigo derecho con la intención de probar un café típico colombiano ¡delicioso! e ingreso a la réplica de una mina colombiana que resguarda 24 esmeraldas, únicas en el mundo.
En este santuario de aves me sorprenden los venados, iconos del Puerto de Cartagena, y al pasar por los osos hormigueros decido seguir de largo para respetar su hora de siesta. Al ingresar a la primera jaula se acerca Mercedes, cacatúa que lleva este nombre en honor a la esposa de Gabriel García Márquez, quien visitó este santuario el día de su nacimiento.
El guacamayo Capi me recibe con su plumaje abierto y canto sonoro, y los flamencos rosados posan y esconden una de sus patas, mientras los pavos reales enamoran a más de uno con su belleza. Este espacio que cuenta con 700 animales de 74 especies, es una muestra de la increíble flora y fauna de Colombia, país con una biodiversidad espléndida.
Los monos tití y aulladores saltan de rama en rama como si quisieran jugar conmigo mientras me dirijo a ver el resto de aves. En una de las jaulas, un halcón inspira respeto, en la otra se encuentran aves exóticas como el tucán y el pellar teru teru. Al final, guacamayos de todos los colores, azul con rojo, amarillo con azul, verdes con naranja... estas aves pelean entre sí para llamar la atención ¡y lo logran!, porque muchos visitantes las suben a sus hombros. Este espacio está creado para la conservación y reproducción de algunos animales. Hace poco, un flamenco nació en este lugar ante la vista de los trabajadores.
El paujil piqui azul, el toche pico de plata, los azulejos y otras aves más complementan la exhibición del Oasis Portuario.
Después de apreciar la cascada y admirar los encantadores cisnes negros, sigo derecho con la intención de probar un café típico colombiano ¡delicioso! e ingreso a la réplica de una mina colombiana que resguarda 24 esmeraldas, únicas en el mundo.
En este santuario de aves me sorprenden los venados, iconos del Puerto de Cartagena, y al pasar por los osos hormigueros decido seguir de largo para respetar su hora de siesta. Al ingresar a la primera jaula se acerca Mercedes, cacatúa que lleva este nombre en honor a la esposa de Gabriel García Márquez, quien visitó este santuario el día de su nacimiento.
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