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Getsemaní, el barrio cool de Cartagena

Ligera de equipaje, pero con ganas de conocer a Cartagena de Indias llegué hace un mes al barrio Getsemaní, el predilecto por el turista “mochilero” como nos llaman a quienes preferimos usar morrales como equipaje y optamos por hospedarnos en hostales económicos.

Eso sí, llegué con las mismas ganas de todo turista deseoso por descubrir los planes que ofrece Cartagena y en especial, sentarme a charlar con los getsemanicenses en las esquinas o en su plaza principal, bailar reguetón, champeta, salsa y reggae, conocer sus costumbres populares, gastronomía y gustos, escuchar sus historias y dispuesta a aprender su dialecto para entender o acoplarme mucho más al ambiente que se respira en ese llamativo barrio colonial que se resiste a vender sus casas donde han crecido todas sus generaciones.Plaza de la Trinidad en Cartagena de IndiasMe quedé ‘corta’, absolutamente todo superó mis expectativas porque Cartagena y sobretodo Getsemaní es un valioso rincón de nuestro mundo y repito ¡no necesité de una fortuna y de cuatro maletas para pasarla bien en esa encantadora ciudad!. La idea fue gastar poco para extender mi viaje por el mayor tiempo posible y así fue como pude pasar un mes completo en ese mágico sector colonial al que visité por recomendación de un amigo cuya experiencia fue gratificante.

Con los días me di cuenta que Getsemaní es el favorito de argentinos, chilenos, brasileños y europeos... solos, en pareja o en grupos, en temporadas altas o bajas y con sus morrales a cuestas, llegan estos aventureros a los hostales u hoteles como Balcones de Venecia –en la Calle Tripita y Media- y Hotel San Roque –en la Media Luna- en busca de planes accesibles para hospedarse en habitaciones, ya sea compartidas o individuales. Luego de dejar sus equipajes salen a recorrer el barrio y a conocer gente local, amable y hospitalaria que recibe a todos por igual sin importar el idioma.

Por lo general, la estadía es prolongada y algunos pasan semanas e incluso meses en este barrio que queda a pocos metros de la afamada Torre del Reloj y del Centro de Convenciones Julio César Turbay Ayala. Al parecer, esta clase de turista tiene en común el deseo de conocer lugares y gente de una manera diferente, escapando de los tours organizados y gastando lo menos posible.Acicalada de ropa fresca y cómoda, una camisilla, bermuda y zapatos ligeros, atravesaba casi todas las mañanas a una de las tiendas del sector en donde resulta económico desayunar un café por mil pesos con una mogolla –pan dulce- que no superó los 400 pesos. Lo más increíble aún es que por solo mil pesos adicionaba queso costeño a mis desayunos.  El secreto para adquirir almuerzos económicos son las fondas caseras y en ocasiones los supermercados. En mi opinión, Cartagena es una de las ciudades de América del Sur con mayor variedad de exquisitos platos que creo haber probado todos en Getsemaní y no precisamente en restaurantes costosos: mote de ñame con queso derretido en especie de crema, arroz con coco, pescado frito, arepas o empanadas de huevo, sopas de gallina criolla y carne en posta caramelizada con panela. Además, de la variedad de ceviches que degusté en puestos callejeros del Centro Histórico, a pocos pasos de Getsemaní. Por las noches, armaba un ligero menú de tienda, saboreaba una rica porción de pizza o me deleitaba en una venta de deliciosos fritos.

En Getsemaní hay de todo, pero la calidez de los cartageneros es sorprendente. Con ellos jugué dominó y fútbol, mantuve conversaciones –o me dejé entender en un español bastante rebuscado si ningún temor- con los vecinos en los patios o puerta de sus casas, y algo que me gustó es que todos se conocen y se ayudan entre sí. Gente sociable, y servicial que trata al extranjero con mucha amabilidad y camaradería. Disfruté y añoro, las noches en la Plaza de La Trinidad en donde escuché champeta, música local; observé bailarines danzando por unos cuantos pesos; veía niños corriendo por las escaleras de la iglesia y dando volteretas; añoro las partidas de ajedrez, dominó o bola de trapo con los vecinos, y extraño más las veces que sofoqué las noches con una cerveza fría en la afamada discoteca Mister Babilla –en la Avenida del Arsenal-, en un bar cercano o a la luz de la luna sentada en una banca frente al templo.  Para las noches de rumba, en la misma avenida, también hay otras excelentes opciones como el Rincón de Getsemaní, salsa de la mejor.Muestras de baile en GetsemaníEl ambiente descomplicado de nativos y visitantes; la cotidianidad; la valiosa arquitectura de antaño; las casonas viejas pintadas de colores fuertes; la seguridad del sector; la tertulia en las tiendas, terrazas y esquinas; la mesa de fritos o de comida rápida en la plaza principal; las estrechas calles con inmensos murales en sus envejecidas paredes; los balcones florecidos; las clases gratuitas de champeta o zumba en la Plaza de La Trinidad; las mañanas en las tiendas del barrio para satisfacer necesidades del día a día; descubrir restaurantes –sencillos y lujosos- que frecuentan los locales y visitantes como Clero del Hotel Capellán -en la Calle de La Sierpe-; las fiestas de los miércoles en uno de los hostales de la Media Luna, las murallas de la Calle del Pedregal con más de 400 años de historia; la cercanía al Centro Histórico y a las playas a donde me desplazaba a pie, y la amabilidad de los raizales, hacen encantadora la estadía en este barrio reconocido internacionalmente como uno de los mejores lugares para visitar en el mundo.

Excursiones naturales como acampar en Playa Blanca (a casi 40 minutos en lancha rápida desde Cartagena)… Todo lo que no sean planes tradicionales como la famosa visita al Castillo San Felipe y el paseo en coche o la visita a los museos o iglesias, son los placeres que un mochilero prefiere.

Los extranjeros como yo, hacemos parte del ‘paisaje’ de las calles del Espíritu Santo, Media Luna, Larga, La Magdalena, Guerrero, Pedro Romero, del Pozo, de La Sierpe, Las Palmas, Lomba, Espíritu Santo, Siete Infantes y de las de nombre curiosos como Tripita y Media, Callejón de Las Chancletas y el Angosto… Recalco que a Getsemaní hay que regresar porque es un barrio que está vivo y que gracias a su gente, guarda aún su autenticidad.Calle-San-Juan¡Visitar Getsemaní, uno de los mejores vecindarios del mundo es uno de los placeres de la vida y más si pertenece a Cartagena de Indias!. Una experiencia a bajo costo o casi que gratuita y favorita para andar sin complicaciones en este barrio que resurge comercialmente y está en la mira de cadenas hoteleras internacionales. Ese es el verdadero corazón de Cartagena, definitivamente, encantador.
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