Hace 28 años se abrió, en el barrio Getsemaní, para los cartageneros y visitantes un lugar que los identificara con el sentir Caribe. Desde entonces, Mister Babilla empezó a ser punto obligado para el goce en la ciudad.
La vieja casa manejaba un concepto único, sus colores y decoración desafiaban los sentidos y el pequeño sitio impuso en la ciudad y más tarde en todo el país, la moda de bailar sobre mesas, sillas y hasta en la barra del bar. Este detalle se convirtió en uno de los principales atractivos de la discoteca, que aún después de ampliarse totalmente, no perdió el encanto mágico.